Todavía lo recuerdo como si fuera ayer y han pasado ya veinte años:
—Ha muerto el P. Morales.
—¿Cómo?
Son esos momentos en los que los acontecimientos te superan completamente, te dejan perplejo y atónito. Son esos momentos de muerte y resurrección. Punto y aparte.
Fue el 1 de octubre de 1994. A partir de ahí ya no se podría conocer al P. Tomás Morales en persona; ahora habría que conocerlo a través de sus obras.
Nos toca vivir lo que, magistralmente, describe fray Luis de León en el siglo XVI, refiriéndose a la gran santa abulense: Yo no conocí ni vi a la Madre Teresa de Jesús, mientras estuvo en la tierra; mas agora que vive en el cielo la conozco y veo casi siempre en dos imágenes vivas que nos dejó de sí, que son sus hijas y sus libros; que, a mi juicio, son también testigos fieles y mayores de toda excepción de su grande virtud.
Las obras y los escritos del P. Tomás Morales siguen vigentes y pujantes, y van superando la prueba del tiempo. Veinte años, según se mire, pueden ser mucho o poco, pero no dejan de ser veinte años llenos de vidas y realidades como, continuamente, se refleja en nuestra revista Estar: Ejercicios Espirituales, Laicos en Marcha, Campamentos, Jornadas de Militantes, Es la hora de Actuar…
El carisma del P. Tomás Morales está siendo acrisolado por el tiempo y acaba de pasar una muy dura prueba de la que ha salido fortalecido, como les ocurre a todas las obras de Dios en las persecuciones. En el Tema de Portada hablamos brevemente de ello.
En la biografía Profeta de nuestro tiempo, el autor, Javier del Hoyo, dice que Tomás Morales ha sido un fundador, palabra que resume su vida y actividad, y todas las instituciones llevan la marca del fundador, es decir, que si éste hubiera tenido otra personalidad, otra manera de ser, la institución habría sido muy distinta.
¿Qué es un fundador? Es el hombre elegido por Dios para modelar el carisma y darlo vida.
El P. Tomás Morales fue un luchador nato, un espíritu combativo, inteligente y “andariego” como la gran santa Teresa, de la que era tan devoto. Era un hombre de contrastes: espiritual y práctico, recio y sensible, deportista y contemplativo, serio y alegre, hierático y cercano, educador y padre.
Pues bien, el fundador, por la evolución natural de la vida, marchó a la casa del Padre y su obra, la Cruzada-Milicia de Santa María, sigue vigente, vigorosa, entusiasta, fiel y creativa al carisma que él nos dejó.
Fue un 1 de octubre en 1994 y ya estamos en 2014: veinte años ha.