El P. Tomás Morales también fue profesor de Religión. Era el curso 1943-44, en Villafranca de los Barros (Badajoz), un colegio que regentaba la Compañía de Jesús y que contaba con más de 700 alumnos. El flamante profesor tenía 35 años, había sido ordenado sacerdote hacía un año y había acabado recientemente sus estudios de teología.
En los Ejercicios Espirituales que dirigió a los Cruzados en 1985 comentó fugazmente cómo enfocaba sus clases de Religión. Su relato deja traslucir varias conclusiones: orienta su creatividad para adaptar las clases de religión a su auditorio; busca hacer gustar, mediante las clases, la grandeza de la vida cristiana, concebida como la vida de unión con Jesucristo, y de transformación con él, en la cual radica la fuente de la felicidad. Hemos mantenido la introducción de la «anécdota», para poder captar al máximo su profundidad.
Cristiano no es uno que se convierte a Cristo, sino uno que con el poder soberano de la gracia se hace uno en Cristo. Este [es el] doble aspecto estático (Dios en mí) y dinámico (Dios actuando en mí, identificándome, transformándome en Cristo hasta hacerme desaparecer) [de la gracia]. Muchos consideran que tratar de esto en homilías, en catequesis, en clases de religión, en el alma a alma, es tocar una materia muy etérea, demasiado teórica, muy elevada, muy difícil de expresar y más aún de captar. Algo de verdad hay en todo esto, pero no excusa la obligación que tenemos todos los bautizados de propagar el mensaje de Cristo cuyo meollo es éste: «Dios en nosotros». Y por otra parte, ¡qué contraste! La gente, en el fondo, aunque no lo parezca, está deseando conocerlo.
Anécdota, en el colegio de Villafranca, explicando yo una clase de Religión a chicos de sexto (16 años más o menos tenían entonces). Me encontré con un manual de Religión que no me hizo gracia ninguna. Era un poco esquemático, estaba muy completo en todos los aspectos que tocaba, pero en aquel curso se trataba de explicar la vida de la gracia. Y entonces digo: «Aquí hay que fabricarse un texto al alcance de los 30 ó 40 que tengo adelante». Y entonces nos pasábamos la hora de clase (media hora y algo más) dictando apuntes sobre la vida divina, y luego algunas preguntas que se hacían y se contestaban. ¿Quieres creer que aquello fue un descubrimiento? Porque estaban buscándolo en el fondo, y de aquellos 30 algunos son hoy grandes ingenieros, grandes médicos (no sé si se ha hecho alguno religioso, me parece que sí, está en el Japón).
Con lo cual digo: Bueno, aquí lo que hay que hacer es esto. Si la gente está deseando esto, como que para eso ha nacido: está deseando amar, está deseando realizarse, está deseando ser feliz, está deseando prepararse para ir al cielo. ¿Cuál es la mejor manera de prepararse para ir al cielo? Pues vivir con el cielo, Dios en ti en la tierra.