Frente a opiniones, conjeturas, sondeos e incertezas, a las que desgraciadamente nos tienen tan acostumbrados los medios de comunicación, da gusto sentir de vez en cuando una bocanada de aire fresco cuando alguien se atreve a decir la verdad.
Eso es lo que siento cada vez que leo o que oigo una intervención de Benedicto XVI. Hablar desde la verdad y asentar la vida en la tierra firme de las certezas es uno de los mayores servicios que nos hace el Magisterio de la Iglesia.
Me impresionó como le decía la verdad a la niña japonesa que le preguntó sobre la muerte y el miedo después del terremoto de Japón:
También yo me pregunto: ¿por qué es así? ¿Por qué tenéis que sufrir tanto, mientras otros viven cómodamente? Y no tenemos respuesta, pero sabemos que Jesús ha sufrido como vosotros, inocentes, que Dios verdadero se muestra en Jesús, está a vuestro lado. Esto me parece muy importante, aunque no tengamos respuestas, aunque permanezca la tristeza: Dios está a vuestro lado, y tenéis que estar seguros de que esto os ayudará…
El Papa no le esconde la realidad, no endulza la respuesta pensando que es una niña de pocos años. Le da la respuesta más sincera porque sale desde la verdad del corazón: Y no tenemos respuesta, pero sabemos que Jesús ha sufrido como vosotros, inocentes, que Dios verdadero se muestra en Jesús, está a vuestro lado.
En los días en que preparaba estas palabras he leído una pequeña noticia sobre el Papa que trataba sobre la ley moral natural, y de nuevo he sentido esa sensación de aire fresco.
El titular de la noticia decía: “El Papa afirma que sólo la «ley moral natural» dará solidez a la unidad europea”.
Ha sido una intervención que Benedicto XVI ha tenido al pronunciar un discurso ante la presidenta del Parlamento de Bulgaria, Tsetska Tsacheva. La ocasión de la visita de la representante europea era la celebración de la festividad de los santos hermanos Cirilo y Metodio, copatrones de Europa y evangelizadores de los eslavos.
De manera breve y en síntesis, Benedicto XVI afirmó que la unidad de los pueblos europeos será más fuerte si está basada en sus raíces cristianas comunes y en «valores auténticos, que tienen su fundamento en la ley moral universal, inscrita en el corazón de cada hombre».
Si Europa, y aquí podríamos añadir cualquier configuración cultural, social o política, no se fundamenta en estos valores auténticos que tienen su núcleo esencial en el respeto a la dignidad de la persona, no habrá horizonte para la unidad europea.
Esta es la proclamación de la verdad a la que nos tiene acostumbrados el Papa. Por eso su palabra siempre llega a los corazones. Y por eso, en estas fechas ya tan cercanas a su próxima visita, le esperamos con ilusión en España.