Jornada Mundial de la Juventud: la mirada de un sacerdote peregrino

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Tormenta en la Vigilia de oración en Cuatro Vientos (Madrid)
Tormenta en la Vigilia de oración en Cuatro Vientos (Madrid)

Por P. Rafael Delgado Escolar

Me resulta inevitable al pensar en las Jornadas Mundiales de la Juventud, acordarme en primer lugar de su genial inventor: san Juan Pablo II. Anunció su creación en la Carta a los Jóvenes, Dilecti amici, escrita en 1985, Año Internacional de la Juventud. Quería que sirvieran para que los jóvenes se sintiesen acompañados por la Iglesia y esta correspondiese a sus aspiraciones presentándoles «la certeza que es Cristo, la verdad que es Cristo, el amor que es Cristo».

Mi participación en estas peregrinaciones mundiales de jóvenes ha sido ya como sacerdote cuando se han hecho en Europa: Roma 2000, Colonia 2005, Madrid 2011, Cracovia 2016 y (próximamente, si Dios quiere) Lisboa 2023. La primera vez, dentro del Jubileo del 2000, fui con el Grupo Santa María y en las siguientes con la Milicia de Santa María. ¿Qué es lo que he visto y oído, lo que mi corazón de sacerdote ha experimentado en estos grandes encuentros?

Me gusta mucho cómo llamó Juan Pablo II a la JMJ en Roma la primera vez que fui: el «laboratorio de la fe». Quería expresar que lo que se hace en esos días: catequesis, conciertos, vigilias, testimonios, encuentros con el papa… ayudan a cada joven, según su situación, a plantearse su fe en Cristo, a abrirle el corazón y preguntarse cómo seguirle en adelante. Decía el gran papa de los jóvenes que Cristo resucitado entra en el cenáculo de nuestra vida y nos permite sentir con fuerza su presencia y, así, darle nosotros una respuesta de fe y de amor. Sí, esto es lo que he visto, oído y palpado en cada JMJ: ningún joven se ha ido indiferente, pues ha habido un momento en que su alma se ha abierto sin temor a Cristo y le ha dejado entrar para inundarlo todo con una luz nueva.

Lógicamente, el sacramento del perdón es recordado por muchos jóvenes peregrinos como el momento clave de la JMJ que les ayudó a dejarse encontrar por Cristo. ¿Quién no recuerda las imágenes de las filas de confesonarios blancos en el Parque del Retiro durante la JMJ de Madrid 2011? Las Jornadas de la Juventud han servido para revitalizar la práctica de la confesión sacramental entre los jóvenes y «popularizarla» como algo normal y necesario en la vida cristiana. Ahora, cuando los sacerdotes nos inscribimos a la JMJ, en el cuestionario nos preguntan qué mañanas o tardes vamos a ir al lugar preparado para las confesiones y en cuántos idiomas podemos confesar, con el fin de que haya siempre ministros del perdón disponibles para los jóvenes. ¿No era el gran objetivo de estos eventos que los jóvenes se sintiese acompañados, acogidos y escuchados por la Iglesia?

Dentro de este «laboratorio de la fe» se fragua, junto a una fe viva y joven, en muchos casos una llamada clara a seguir a Cristo en una vocación concreta. ¡Cuántos testimonios de matrimonios que se han conocido en la JMJ, de sacerdotes y de personas consagradas que escucharon la llamada a entregar la vida a Dios en esos días! La voz de Dios resuena con fuerza en medio de ese ambiente de alegría intensa, en tantos momentos de escucha de la Palabra de Dios, de adoración eucarística, en el Viacrucis de los jóvenes o en la Vigilia con el papa. Todos los que vivimos la Vigilia de Cuatro Vientos con Benedicto XVI aquel 19 de agosto de 2011, recordamos la tormenta que nos cayó encima y que hizo exclamar al papa aquel: «Hemos vivido una aventura juntos. Firmes en la fe de Cristo habéis resistido la lluvia… Con Cristo podréis siempre superar las dificultades de la vida». En esa Vigilia, en la que no faltó un tiempo de adoración, el papa habló de la vocación así: «A muchos el Señor los llama al matrimonio… A otros, en cambio, Dios les llama a seguirlo más de cerca en el sacerdocio o la vida consagrada. ¡Qué hermoso es saber que Jesús te busca, se fija en ti y con su voz inconfundible te dice “sígueme”! Queridos jóvenes: para descubrir y seguir fielmente la forma de vida a la que Dios os llame a cada uno es indispensable permanecer en su amor como amigos».

¿Qué vamos a vivir en Lisboa? Hay algo que me conmueve especialmente como cruzado de Santa María: el lema y el pasaje evangélico que la inspiran. La anterior Jornada se realizó en Panamá en 2019 tomando como referencia la Anunciación a María con el lema: «He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Siguiendo el hilo de la vida de la Virgen, en Lisboa los jóvenes mirarán a la madre del Señor en la Visitación: «María se levantó y partió sin demora» (Lc 1,39). Nuestra Campaña de la Visitación se funde con esta gran peregrinación mundial de jóvenes con el papa, y se convierte así en motivo de esperanza para todos los grupos del Movimiento de Santa María que participamos en ella. El papa Francisco espera que sea un nuevo comienzo de la juventud y de la humanidad misma. Hagamos nuestra su llamada a imitar a la Virgen en la Visitación: «¡El momento de levantarse es ahora! ¡Levantémonos sin demora! Y, como María, llevemos a Jesús dentro de nosotros para comunicarlo a todos» (Mensaje para la XXXVIII Jornada Mundial de la Juventud).

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