En el Archivo General de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) se conservan varias cartas del P. Tomás Morales a Fernando Martín-Sánchez Juliá, escritas en la década de los años cuarenta desde distintas casas de la Compañía[1]. En ellas deja ver el interés que mantenía por la Asociación y por los Estudiantes Católicos, organización de la que Tomás fue presidente de la Federación de Madrid durante dos años (1928-1930).
En el número de octubre publicamos ya la carta del 27 de noviembre de 1945 en la que Tomás Morales felicitaba a Fernando por la iniciativa de crear el Colegio Mayor San Pablo. En este número sacamos a la luz la que le envía Tomás el 21 de abril de 1942 desde el teologado de Granada, en respuesta a una petición muy concreta que le había formulado Fernando. Tiene ésta gran interés por ver la vinculación del jesuita Morales, aún no sacerdote, con la Asociación. Parece claro que no era una relación meramente afectiva ni de mantener la amistad entre antiguos amigos, sino que se contemplaba la posibilidad de colaboración entre las dos partes. Si desde 1941 estuvo escribiendo artículos en la revista Estrella del Mar, que envió luego a Fernando Martín-Sánchez, como presidente de la Asociación, vemos en esta carta cómo desde la presidencia se le invita a participar con la Asociación mediante un cargo de Promotor-Asesor del Consejo editorial que estaba naciendo.
La respuesta de Tomás, como veremos, es de gran realismo. Haz lo que haces; el estudiante debe estudiar, y prepararse de este modo para futuras acciones apostólicas, intelectuales, formativas, etc. Se encontraba en 3º de teología y muy próximo a la ordenación, tema que cubre tres cuartas partes de la carta. Califica el día de la ordenación como suspirado. Sí, fue especialmente esperado y suspirado, porque el agravamiento de la vista a partir de 1935 hizo peligrar sus estudios sacerdotales. Perdió completamente la visión en el ojo derecho, quedándole muy reducida en el izquierdo[2]. Aun así, con un gran esfuerzo y tenacidad logró completar la teología y llegar al sacerdocio. Este sentimiento de don lo tuvo muy presente en su vida; cincuenta años después se confidenciaba en una homilía:
Yo creía que iba a ser sacerdote […] pero yo había venido a la Compañía de Jesús, Iglesia, nada más que para hacer su voluntad, fuese o no fuese sacerdote, estudiase Filosofía y Teología o no la estudiase.
Y entonces me acordé de la frase que había leído al llegar al noviciado, ‘hombres crucificados al mundo’. ¡Y encontré una paz tan grande! Pues si no sirvo para sacerdote, sí sirvo en mi pequeñez para servir a Cristo (4-IX-1990).
En cuanto al destinatario, Fernando Martín-Sánchez Juliá (1899-1970), ya vimos en el número de octubre su perfil humano y espiritual; ingeniero agrónomo y periodista; miembro fundador de la Confederación Nacional de Estudiantes Católicos y presidente de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas entre 1935 y 1953, cargo en el que sucedió a Ángel Herrera Oria. Fue redactor y consejero de El Debate, e impulsor del Colegio Mayor San Pablo CEU. Víctima de una enfermedad degenerativa, vivió gran parte de su vida en una silla de ruedas. Tiene abierta su causa de canonización desde 2011.
La carta está escrita en un cuadernillo sin membrete, en formato folio doblado, que consta de dos cuartillas rayadas[3]. Hemos respetado en lo posible su grafía y sus abreviaturas. Unos días más tarde le envió al propio Fernando el recordatorio de la ordenación y primera misa, que aquí reproducimos.
J.H.S.
Granada 21 abril 1942 Sr. Dn. Fernando Martín-Sánchez Madrid
Mi querido Fernando:
Recibo tu carta del 9 en que me propones que sea “Promotor – Asesor” de la Comisión Asesora de la Sección Editorial que, por la misericordia de Dios, va adquiriendo desarrollo tan considerable. Con gusto aceptaría el cargo. Pero, enfrascado como estoy en los estudios, difícilmente me quedaría holgura para desempeñarlo con eficacia y poder ayudaros como quisiera. Por eso, después de pensado, prefiero dejarlo por ahora, no sin darte las más expresivas gracias por haberte acordado de mí.
Tengo que comunicarte una noticia que te consolará en el Señor. Antes de un mes seré sacerdote. El próximo 13 de mayo[4] será el gran día de mi ordenación sacerdotal, tan suspirado desde hace ya más de 10 años. Y al día sig, el día de la Ascensión del Señor, diré mi Primera Misa. Cuenta con un “memento” especialísimo para ti y para todos los tuyos. Y con una de mis primeras misas para la A. C. N. de P. Pediré en ella que el Señor derrame en vosotros ese espíritu sobrenatural “que hará fecundas vuestras obras y agradables a los divinos ojos”. Faltaría a mi deber si no lo hiciese, dado lo mucho que debo a la Asociación y a los que la dirigieron y dirigen.
Alberto[5] quería venir a compartir conmigo estas alegrías inefables de mi Ordenación y Primera Misa. Su deseo era venir con un grupo de confederales[6]. ¡Ojalá pueda realizarse el plan! Para mí sería de gran consuelo verlos reunidos a todos alrededor del altar ofreciendo conmigo el Santo Sacrificio.
Cuando vaya por Madrid creo que podré cumplir mi deseo de poder celebrar en tu oratorio y darte al Señor[7]. Ya te avisaría.
Pide al Señor por mí en estos pocos días que me separan del mayor acontecimiento de mi vida. Pide al Señor un sacerdote santo, que solo sepa vivir para las cosas del cielo, que solo piense en llevar a Cristo muchas almas; pide un sacerdocio ignacianamente fecundo a la mayor gloria de Dios.
Con el afecto de siempre, —mejor dicho, purificado y elevado sobrenaturalmente por la proximidad de un sacerdocio inminente— te saluda con todo cariño tu bien amigo,
Tomás Morales SJ.
Notas
[1] Agradezco sinceramente a los responsables del Archivo las facilidades prestadas para su consulta y publicación.
[2] Cf. J. del Hoyo, Profeta de nuestro tiempo, Madrid 2009, pp. 97 y 225-226.
[3] El código del documento es: ES.28668.AGACdP-CEU-N217-N498-C140-115-03/15. N.04.
[4] En 1942, por especial deseo de Pío XII, las ordenaciones sacerdotales se adelantaron a esa fecha, en la que él celebraba el XXV aniversario de su ordenación episcopal. Al día siguiente, jueves 14 de mayo, se celebraba la solemnidad de la Ascensión del Señor.
[5] Se refiere a Alberto Martín Artajo (1905-1979), figura señera de los Propagandistas, a quien F. Franco había nombrado presidente nacional de Acción Católica en 1940, y a quien nombraría ministro de Asuntos Exteriores el 20 de julio de 1945, cartera que desempeñaría hasta febrero de 1957, propiciando el concordato con la Santa Sede de 1953 y la primera apertura de España al exterior. Aunque T. Morales era tres años más joven que él, fueron muy amigos durante la etapa universitaria y mantuvieron una estrecha relación hasta la muerte de Alberto en 1979.
[6] Estudiantes Católicos de los años veinte, compañeros de Tomás en la Confederación de la Universidad de Madrid. Varios de los que formaron el grupo de amigos habían entrado en la Compañía de Jesús, entre ellos José María Díez-Alegría y José María de Llanos.
[7] Fernando Martín-Sánchez, dadas sus limitaciones físicas, había solicitado y conseguido el permiso para tener un oratorio privado en su casa.