Por Ramón y Ángeles
Somos Ramón y Ángeles un matrimonio de Murcia. Antes de empezar a hablar de nuestra vida en su faceta más apostólica vamos a presentarnos brevemente. Los dos provenimos de familias católicas y hemos vivido la fe desde pequeños. Yo, Ángeles, nací en Aljucer, una pedanía muy cercana a Murcia. Estudié enfermería y he trabajado como tal hasta jubilarme hace pocos años. Ramón nació en Yecla, al norte de la región y ha trabajado como empleado en un banco hasta su jubilación, también reciente.
Hemos vivido y trabajado en Yecla desde que nos casamos y allí han nacido nuestros dos hijos. Los dos hemos recibido una buena educación cristiana. A lo largo del tiempo hemos conocido diferentes grupos de la Iglesia y hemos seguido nuestro camino de fe transmitiéndosela a nuestros hijos y conocidos hasta el día de hoy. Todo ello de una forma muy natural, simplemente contando sin miedo lo que vivimos y hacemos, ya sea ir a misa o ir de convivencias. En cuanto a acciones o labores más concretas, simplemente hemos buscado siempre ayudar desde lo que sabemos hacer y tenemos cerca. Aunque cada uno vive y ayuda de forma individual, al final todo se acaba viviendo en familia de alguna manera.
Ramón debido a su trabajo en el banco siempre ha estado en contacto con las finanzas y los impuestos. Aprendió a hacer declaraciones de la renta y desde entonces hace unas cuantas todos los años a conocidos y familiares. Lo hace principalmente por facilitar el trámite, que puede llegar a ser tedioso, y por el placer de poner en práctica y al servicio de los demás algo que aprendió en su momento. La única condición que pone es marcar la cruz a favor de la Iglesia, algo que todos siempre han aceptado independientemente de su relación con la Iglesia. También, a Ramón siempre le ha gustado mucho el mundo cofrade y las procesiones. Forma parte de una cofradía de Semana Santa de Yecla colaborando de forma activa llevando las cuentas y otras iniciativas. En medio de todas las reuniones y actividades propias de la cofradía, Ramón va dando a conocer su vida de fe simplemente en las conversaciones que surgen, viviendo la Semana Santa asistiendo a los oficios y realizando la penitencia y el ayuno propio de la época. Simplemente vive desde la fe y lo comparte con la gente de la cofradía que, en la mayoría de los casos, no lo viven igual.
Yo, Ángeles, desde mi trabajo con infinidad de pacientes he ido dando testimonio simplemente en el día a día y en la forma de hacer las cosas. Hace ya bastantes años conocí a Ana, una costurera de Yecla, que me ayudaba con los disfraces y los trajes para las actuaciones de fin de curso de los hijos. Ana era una señora soltera y sin familia cercana que poco a poco se convirtió en la tercera abuela de nuestra familia. Y ha sido un gran regalo para todos poder compartir sus últimos años. A parte de los cuidados y la atención que una persona mayor suele necesitar, lo que más he hecho ha sido pasar tiempo con ella charlando o viendo la tele. Y más importante todavía animar al resto de la familia a hacerlo, convirtiéndola como decía en la tercera abuela. A parte de esto también en los últimos años, he empezado a colaborar con la parroquia llevando la comunión a los enfermos un domingo al mes. Simplemente faltaba gente y el párroco me lo propuso, no hizo falta mucho más.
Como matrimonio también hemos tenido muchas oportunidades de ayudar juntos en diferentes ocasiones. Al ser uno de Yecla y otra de Murcia desde el principio nos ha tocado tener que movernos en numerosas ocasiones, simplemente para ver a las respectivas familias, lo cual ha hecho que los viajes sean algo habitual en nuestra vida. Esto unido a la aparición del Movimiento de Santa María en nuestra vida nos ha llevado a movernos más de lo que nunca habríamos imaginado.
Hemos acompañado en varias ocasiones al grupo juvenil de Milicia de Santa María en el Camino de Santiago como cocineros y encargados de intendencia. La primera vez sí supuso más reto porque nunca nos habíamos enfrentado a cocinar para tantas personas, pero aceptamos la petición y todo fue muy bien gracias también a la ayuda de los cruzados. Esa primera experiencia nos permitió repetirla varias veces, tanto con los juveniles como con el grupo Juan Pablo II y, al mismo tiempo, conocer también otros matrimonios con los que hemos compartido labor de cocineros.
Estos viajes nos han permitido ayudar, desde la cocina, a diferentes jóvenes y niños, así como conocer un poquito más desde dentro la vida del Movimiento. Además hemos tenido la oportunidad de echar una mano en otras actividades también en la cocina. Por ejemplo, en Yecla, en nuestra parroquia, que necesitaba dinero para ser restaurada, hemos colaborado en diferentes comidas para recaudar fondos.
Resumiendo lo anterior, a lo largo de los años ha ido apareciendo en nosotros una disposición para ayudar y echar una mano que se ha ido concretando en diferentes acciones. Gracias a la vida fe que recibimos cada uno en su casa y que poco a poco hemos ido intentando cuidar y cultivar en nuestro día a día.
Sí, nuestra vocación católica-misionera no la hemos desarrollado en países lejanos, sino en nuestro día a día sintiéndonos, así, misioneros de la puerta de al lado.