La revista Estar se complace en publicar en este número una carta del P. Tomás Morales SJ que, sin ser propiamente un escrito inédito, sí puede ser considerado nuevo por lo desconocido que es.
Los jesuitas habían retomado en 1940 la publicación, en su tercera época, de un boletín de uso interno que daba a conocer las principales noticias que iban sucediéndose en las distintas casas de la Compañía dentro de la provincia. Noticias de la provincia de Toledo era una publicación cuatrimestral, coordinada desde la curia provincial, adonde se enviaban las principales noticias acaecidas o protagonizadas por distintos padres de la Compañía. Era una publicación de carácter interno, de formato medio, escrita a una sola columna y sin ilustraciones. El boletín prestó mucha atención desde su origen al movimiento del Hogar del Empleado fundado por el P. Morales, y así, desde el año 1947 comienza a publicar diversas noticias relacionadas con el Movimiento naciente.
Hoy nos vamos a detener no en lo que otros padres decían del Hogar en impresiones de campamento, en informes de ejercicios, en estadísticas de cuántos pasaban por sus distintas actividades, que de todo hay en los boletines, sino en una carta del propio P. Morales. En efecto, en el número de abril de 1956 el boletín publicaba la carta que el P. Tomás Morales había enviado unos días antes al Provincial, P. Manuel Olleros[1], connovicio suyo en Chevetogne (Bélgica) y amigo personal. El trato de usted, aun siendo habitual en la Compañía en esos momentos, revela además el respeto por quien representa a Dios.
Se trata de un informe epistolar en el que narra con verdadero entusiasmo lo que ha sido la tanda de mes que acaba de finalizar. Cuántos la componían, quiénes eran y dónde trabajaban, de qué edades y procedencias. El P. Morales, que llevaba diez años dirigiendo ininterrumpidamente tandas de ejercicios de ocho, seis y cuatro días, se enfrenta por primera vez con la producción genuina ignaciana, las tandas de mes. Y además dirigidas a laicos, tema en el que es un verdadero pionero, ya que las tandas de mes eran propias de religiosos. Aplicará el método punto por punto y descubrirá toda la riqueza que los ejercicios encierran, y la bondad del método aplicado a rajatabla.
La carta, redactada de una vez, sin correcciones ni añadidos, deja ver el entusiasmo por la obra que está presentando, no exento de cierta dosis de espontaneidad y de toque autobiográfico. Hemos respetado las grafías y los signos de puntuación del original. Todas las notas explicativas son nuestras. Aunque no está fechada, parece que está escrita el 5 de abril, día en que culminó la cuarta semana, según se desprende de sus propias palabras: “al acabar hoy el mes de ejercicios”.
Carta al provincial
Rvdo. P. Manuel Olleros
Mi muy querido en Cto. P. Provincial:
Conforme le prometí, al acabar hoy el mes de Ejercicios, le pongo estas líneas para informarle de lo que va sucediendo por estas latitudes[2].
Los ejercitantes han sido 22, mejor dicho, 21 y medio, porque uno de ellos hace de cocinero y solamente pudo participar en parte, aunque edificantemente por cierto, pues se las arreglaba para hacer las meditaciones en la cocina, “secundum illud”[3], “también entre las ollas…”[4]. Pertenecen a los principales Bancos y Compañías de Seguros que funcionan en Madrid. Algunos de ellos a otras Empresas: Telefónica, Papelera Española, I.N.I, Sociedad Esp. Construcc. Electromecánicas (S.E.C.E.M.)[5]… La edad oscila entre los dieciocho a los treinta y cuatro años. La razón de esta diferencia: la antigüedad en su agregación al Hogar[6].
Los Ejercicios han durado treinta y dos días completos[7], descontando los cuatro de descanso al final de cada semana. Como novicios, con una diferencia: sin el descanso de medio día de la segunda. Como unos caballeretes se han levantado por la noche[8], aunque sólo en tercera semana. No me inclinaba mucho a esto, pero en vista de que me mareaban, autoricé a los mejores mozos. Lo que todos han hecho casi siempre es la hora íntegra de contemplación, aparte del examen de cada una. Para ellos, aunque ya habían hecho Ejercicios de ocho días completos, varias veces, esto ha sido una revelación[9], lo mismo que la aplicación práctica de las reglas de discreción vividas tan de cerca varias semanas. La circunstancia de ir al compás de la Liturgia ha contribuido también al fruto de cada una de las semanas, particularmente de la tercera[10], cuyo final coincidió con la Vigilia pascual en el Colegio Máximo[11], que resultó impresionante para ellos. Alguno me decía: “No creía que los jesuitas celebrasen estas solemnidades de manera tan emocionante”.
La razón última del fruto obtenido, que a la larga se irá recogiendo, creo que hay que ponerla en el seguir al detalle todo el plan de S. Ignacio, sobre todo en punto a adiciones[12]. En resumen, puedo decirle que después de todo lo que he visto en este mes fecundo, me persuado una vez más que no hay que inventar nada nuevo, sino reducir a la práctica lo que le inspiró Dios a nuestro Santo Padre. Y esta reducción, al pie de la letra, sin que se escape ningún detalle, por mínimo que parezca. Todo ello, naturalmente, con el suficiente sentido común para saber adaptarlo a las circunstancias. Es decir, que el secreto lo encuentro en aplicar a los de fuera, para su formación, lo que a nosotros nos han enseñado desde el noviciado, “mutatis mutandis”, por supuesto.
A lo largo de todo el mes nos hemos visto ayudados por oraciones y sacrificios de más de 400 comunidades religiosas, entre ellas todas las casas de formación de los nuestros de España[13]. El M. R. P. General[14] me ha escrito una carta contestando a la que ocho ejercitantes, en nombre suyo y de los demás, le pedían oraciones y su bendición, para conmemorar con fruto el Año Ignaciano[15] haciendo un mes íntegro de Ejercicios como base para los seis meses de noviciado que seguirán.
El nuncio[16] ha tenido la delicadeza de celebrar la misa el lunes de Pascua, primer día de la cuarta semana. Antes de salir de Madrid había recibido y dado su bendición a un grupo de ellos. Entonces les ofreció visitarles y así lo hizo, hablándoles después del Evangelio con todo cariño y emoción. Por su parte, el Sr. Patriarca-Obispo[17] sigue con mucho interés todo este movimiento. Como ya le informé a V. R., el 11 de febrero pasado firmó el decreto erigiendo la Cruzada de Santa María del servicio de J. C. Rey Eterno y Señor Universal, como Pía Unión. Pero tuvo la delicadeza de poner fecha de 7 de diciembre[18], Vigilia de la Inmaculada, en que se le había presentado la solicitud. Quiso recibirlos para darles la bendición antes de salir de Madrid, pero la enfermedad que tuvo a fines de febrero lo impidió. En vista de ello me ha escrito una carta muy afectuosa, de la que le copio algunas líneas: “Muy de corazón y con el pensamiento estoy a su lado, suplicando al Señor que sus trabajos resulten al final para su mayor gloria, y que todos esos jóvenes sirvan de levadura santa que haga fermentar santamente toda la masa obrera, tan necesitada hoy y tan en peligro de perderse. Tenga la seguridad de que mis oraciones no le faltan, y a ellas le acompaño hoy, como me pide, la más cordial de mis bendiciones, prenda de las que espero que el Señor derramará sobre usted y sus jóvenes obreros[19]para que esta recién nacida Pía Unión no se malogre, y dé todos los frutos que yo espero de ella”.
Acabados los Ejercicios, empezaremos en seguida el Cursillo-noviciado[20], en el que en diversa proporción alternarán los oficios humildes con los deportes, estudios y clases de las siguientes materias: Apologética, Iglesia en la Historia (no Historia de la Iglesia), España en la Historia, Encíclicas pontificias (en especial las sociales)…, amén de ejercicios de declamación, improvisación, redacción… En esto último me ayudarán los filósofos del Máximo.
En correspondencia sí le pido una cosa: que pida muchas oraciones, particularmente a nuestros jóvenes, por la institución naciente al calor de los Ejercicios a. m. D. g.[21], pues las dificultades serán grandes hasta que se consolide…, y después también.
Affmo. de Vr. En Cto., le pido un huequecito en el Memento.
Tomás Morales, S.J.
(Notas del documento)
[1] El P. Manuel Olleros Gregorio nació en Béjar el 1 de enero de 1911, y había ingresado en el noviciado de Aranjuez el 1 de octubre de 1930. Tras la expulsión de los jesuitas de España a fines de enero de 1932, llegó a Chevetogne para terminar su período de formación. En la finca de la familia en Béjar pasarán los jesuitas, también Tomás Morales, muchos veranos.
[2] La tanda de ejercicios, como el resto del cursillo, se celebró en Rovacías, un caserón deshabitado de tres plantas que pertenecía en esos momentos a la Compañía de Jesús. Estaba algo alejado de Comillas (Cantabria), a unos tres kilómetros, aislado, en un altozano, con una vista magnífica sobre el mar Cantábrico.
[3] “Según aquello de”, esta coletilla sólo puede entenderse en relación con la frase que viene a continuación de santa Teresa.
[4] La frase de santa Teresa de Jesús a la que se refiere, copiada muy libremente, es: “no haya desconsuelo cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores; entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior” (Fundaciones V, 8).
[5] La Sociedad Española de Construcciones Electromecánicas (S.E.C.E.M.) fue fundada en Córdoba en 1917 con capital extranjero (especialmente francés) y de la banca española. Su primer presidente fue Estanislao de Urquijo y Ussía (entonces Marqués de Urquijo), y entre sus consejeros figuraban varios miembros del Banco de Bilbao. En 1978 se extinguió.
[6] Existía una segunda razón, y es la edad a la que llegaban al Hogar. Algunos comenzaron a frecuentarlo con casi treinta años, mientras que otros habían empezado al llegar a Madrid, a los quince o dieciséis.
[7] Las semanas ignacianas no son de siete días, sino cuatro bloques temáticos cercanos a la semana natural. La distribución de días que el P. Morales solía hacer en la tanda de mes era de 8 días para la primera semana, 12 para la segunda, 6 para la tercera (coincidiendo con la semana santa) y 5 para la cuarta (coincidiendo con la Pascua), lo que suma 31 días. Probablemente ha computado el 1 de marzo, día en que comenzó la tanda por la noche.
[8] San Ignacio incluye en sus adiciones que “el primer exercicio se hará a la media noche” [72].
[9] Hasta la tanda de mes de 1956, estos ejercitantes hacían sólo media hora de meditación tanto en ejercicios como en la vida diaria.
[10] Amoldarse a la liturgia. En 1956 la semana santa vino adelantada (el 25 de marzo fue domingo de Ramos y el 1 de abril Pascua de Resurrección) y cuadró muy bien la tercera y cuarta semana con las fiestas de Pascua, pero en 1957 —por ejemplo— vino muy retrasada (el 14 de abril fue domingo de Ramos y el 21 de abril Pascua de Resurrección). Esto le obligó a variar en gran medida la disposición de las semanas ignacianas. Las dos primeras las dirigió a comienzos de marzo, como en 1956, y dejó luego casi un mes de intervalo dedicado a lo que denominó “trabajos humildes”. El 15 de abril, lunes santo, comenzaba la tercera semana, dedicada a meditar en la Pasión de Cristo, haciéndola coincidir con la semana santa, que culminaba con la Vigilia Pascual. Tras el domingo de Resurrección de descanso, el lunes de pascua (22 de abril) comenzaba la cuarta semana, dedicada a considerar la resurrección del Señor.
[11] Los jesuitas tenían en Comillas tres edificios unidos entre sí: la Universidad, de finales del siglo XIX, el seminario Conciliar, y el Colegio Máximo, creado en 1944. Este albergaba precisamente a los jóvenes que querían ser jesuitas y se unía al seminario por un pasadizo que con humor llamaban “el tinte”, porque el fajín azul de los seminaristas se tornaba negro en el Máximo.
[12] Se trata de las anotaciones y consejos tanto para el que da la tanda como para el que la recibe. Son fundamentales en el engranaje de los ejercicios, y a veces quizás minusvaloradas.
[13] “Los nuestros”. Se refiere a todas las comunidades de religiosos y contemplativos donde habían ingresado miembros del Hogar del Empleado y, por lo tanto, compañeros de quienes estaban realizando el Cursillo de Comillas y la tanda de mes. Sabemos por la Memoria que él mismo había escrito en noviembre de 1955 para el obispo de Madrid, que eran 43 vocaciones (véase Estar 289, diciembre 2014).
[14] El Muy Reverendo Padre General era en esos momentos el P. Jean-Baptiste Janssens SJ, que había sido elegido el 15 de septiembre de 1946 y ocupó el generalato hasta su muerte, el 5 de octubre de 1964, dando lugar al generalato del P. Pedro Arrupe SJ.
[15] San Ignacio de Loyola murió el 31 de julio de 1556. Con motivo del tercer centenario de su muerte hubo en la Iglesia un año santo ignaciano, celebrado especialmente en la Compañía de Jesús.
[16] Se trata de Mons. Ildebrando Antoniutti, Nuncio en España de 1953 a 1963. Estuvo muy cercano a la obra del P. Morales desde sus comienzos y, al término de este cursillo, le pidió dos cruzados para que le ayudaran en su labor pastoral, un chófer y un secretario. En 1963 fue nombrado por Pablo VI prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica permaneciendo en el cargo durante diez años.
[17] Se trata de Mons. Leopoldo Eijo y Garay, que fue obispo de Madrid durante 41 años, de 1922 a 1963 (hasta marzo de 1964 el titular de Madrid no tuvo el título de arzobispo). El P. Morales siempre le nombraba como patriarca, debido a su título honorífico de Patriarca de las Indias Occidentales, cargo que ocupó desde el 21 de julio de 1946 hasta su muerte, 31 de julio de 1963. Este patriarcado fue constituido por Clemente VII en 1523, tras la petición que en 1513 Fernando II de Aragón, regente en Castilla, había hecho a León X sobre la creación de un patriarcado de las nuevas tierras que Castilla iba conquistando. El título era puramente honorífico, y su titular no tenía jurisdicción sobre las iglesias de Indias, ni súbditos, ni renta fija, ni podía viajar a América, so pena de excomunión.
[18] En realidad, la firmó con fecha de 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción.
[19] En honor a la verdad, el P. Morales no trabajó tanto con obreros (para quienes ya había otras organizaciones en la Iglesia española como el Hogar del Trabajo, Hermandades de Trabajo, etc.), como con empleados de lo que se denomina el sector servicios: oficinas, banca, compañías de seguros, etc., si bien en el panorama eclesial había una distinción más general: estudiantes / trabajadores, o si se prefiere: universitarios / obreros.
[20] Esta especie de noviciado para laicos (consagrados o no, que de todo había) de una duración de siete meses, fue una auténtica novedad en la Iglesia, y puede considerarse con justicia que él fue pionero en esta actividad.
[21] Ad maiorem Dei gloriam. “A mayor gloria de Dios”, lema de san Ignacio y de la Compañía de Jesús.