Ocho de julio, en circo labrado,
año ignaciano y de Juan de la Cruz,
roca amasada de amor y ternura,
del santuario donde naces tú.
Fuego cruzado fundido a los hombres
une la imagen en piedra y azul,
cien corazones bendicen la estrella,
son peregrinos que siguen tu luz.
Rogelio Cabado, ‘Es y está’
Hace veinticinco años
El ocho de julio de mil novecientos noventa y uno, cien jóvenes asistíamos al Campamento de Santa María, al Circo de Gredos, nuestro santuario, como nos gustaba saborear. Pero a aquel santuario le faltaba algo. Y aquel año, Abelardo de Armas, quiso que en una grieta, escondida entre las rocas, entronizásemos a nuestra Virgen montañera. Una pequeña imagen de la Virgen del Pilar, patrona de España, reina de nuestros corazones, fue la que la Providencia puso en manos de Abelardo y que aquel ocho de julio los militantes contemplábamos mientras se bendecía en aquella memorable eucaristía presidida por el padre Emiliano Manso.
Con una fuerza inusitada que quizás ni el propio Abelardo sospechó, aquella imagen pasó a simbolizar todo lo que queríamos fuese nuestra vida, y a llenar con su presencia nuestro querido Circo de Gredos. Vivir como militante era vivir como aquella pequeña imagen, a la intemperie de la vida, entre heladas y bochornos, solo contemplados por Dios, dando fruto sin que se vea, sencillos, humildes, firmes. Saber ser para Dios y saber estar, permanecer: Madre, como tú, decir ¡Hágase!, y como tú, estar, estar al pie de la cruz.
Y volver a Gredos era volver a casa, donde nuestra Madre nos estaba esperando. ¡Cuántas confidencias a la luz de ese mágico cielo estrellado han brotado del alma en las noches de Gredos! ¡Cuántas veces al contemplar el Almanzor desde el mirador no habremos sentido la experiencia de ‘vuelvo a casa’! No sé si los que leéis esto lo entendéis.
Veinticinco años más tarde

Quizás por todas esas vivencias no es extraño que al cumplirse ese veinticinco aniversario el corazón vuele de nuevo a aquella gruta. ¿Por qué no volver a Gredos, como decía aquella canción que cantábamos de muchachos? Vuelve a Gredos, vuelve siempre a empezar. ¿Por qué no volver allí todos los que en estos veinticinco años hemos aprendido a amar a la Virgen, con nuestras familias y amigos? ¿Por qué no encontrarnos de nuevo todos, en casa?
Este año el campamento, como cada año, volverá a recorrer los caminos montañeros y acampar, ahora sin tiendas de campaña, solo con el saco de dormir y una esterilla, en las praderas de la laguna grande. Pero esta vez no queremos ir solos.

El ocho de julio, viernes, es el aniversario exacto del día en que colocamos la imagen de la Virgen de Gredos. Será quizás el día más entrañable. Queremos que nos acompañéis todos los que habéis pasado por el campamento estos veinticinco años. Celebraremos la eucaristía al atardecer y nos volveremos a sentir bendecidos por Dios en este lugar sagrado. Y después tendremos nuestra última noche en el circo de Gredos, y queremos compartir la tertulia nocturna con todos. Una tertulia al calor de las estrellas para contar y cantar las maravillas que la Virgen ha hecho en nuestras vidas en este cuarto de siglo. ¡En verdad será una noche mágica!
El sábado nueve de julio amaneceremos con los primeros rayos del sol, que nos invitarán a la oración y a regresar al campamento, a nuestra vida normal. A la vuelta, desde el mirador, entonaremos una vez más la canción ‘Adiós Virgen de Gredos’, compuesta por Abelardo, a modo de emotiva despedida… y reflejando esa íntima unión de corazones.
Nos vamos sin dejarte
Te quedas y te acercas,
No puede separarse
Lo que está unido en Dios.
Abelardo, ‘Adiós Virgen de Gredos’
Y el domingo diez de julio, en Santiago de Aravalle, tendremos la gran celebración para toda la familia, con la eucaristía, comida y un espléndido homenaje musical a la Virgen de Gredos, con canciones que hemos cantado a la Madre, generación tras generación. Las melodías de Abelardo de Armas volverán a resonar con especial fuerza en este marco incomparable.
En Gredos las nieves de cumbres
hablan de la Virgen,
y todo te grita que Ella es la fuerza
que alcanza tu paz
¡Oh, Virgen de Gredos, bendita!
Abelardo, ‘En Gredos’
Será un momento de encuentro y reencuentro, de viejas amistades retomadas, de hijos de hijos que vienen de nuevo, como sus padres, a este campamento, de recuerdos emocionados y emocionantes… Pero lejos de ser un tiempo para la nostalgia, será un momento de esperanza.
Vuelve a Gredos… vuelve siempre a empezar. Sí, es tiempo de volver a mirar a la Virgen de Gredos y volver a caminar, en un tiempo que necesita más que nunca de este estilo de vida que nos trae Jesús, que es la vida del mundo.
Lo dicho, nos vemos en Gredos. Nos vemos en casa.