En el mes de diciembre invité al nuncio del papa Francisco, Mons. Bernardito Auza, a que asistiera al encuentro de Viaje a Narnia, una actividad organizada por la delegación de enseñanza del obispado de Getafe que cada año congrega a más de cinco mil alumnos y profesores de Religión. La respuesta fue recibida con gran ilusión por todo el equipo:
Acojo con gusto la invitación que ya el Sr. obispo diocesano me había presentado verbalmente para dicho acto, y cuente con que, para la jornada que ahora preparan, llevaré conmigo el texto con un mensaje de aliento del santo padre.
¡El nuncio nos traería un mensaje del papa Francisco para todos los niños y jóvenes que asistiesen al encuentro! Era sin duda algo que daría una fuerza especial a nuestra actividad y así lo anunciamos a todo el mundo.
Evidentemente la noticia fue recibida con gran alegría por profesores y alumnos y la expectativa iba creciendo según se acercaba el encuentro. Pero la enfermedad del papa y, a pesar de que parecía que se iba a recuperar, su posterior fallecimiento a las puertas de nuestro encuentro hizo que no supiésemos si el mismo nuncio podría asistir. Finalmente nos confirmaron que Mons. Bernardito Auza asistiría al encuentro, pero que no podría leer el mensaje del papa, aunque sí nos transmitiría lo que Francisco querría decirnos. Una forma sutil y diplomática de sortear la situación.
El 25 de abril, el evento reunía una multitud de jóvenes y niños en la plaza Mayor de Leganés. D. Bernardito subió al escenario ante un tremendo aplauso de los asistentes y tomó la palabra.
—Vengo a daros el mensaje que el papa Francisco os diría hoy. Y se resume en tres palabras: esperanza, alegría y buen humor.
Los miles de niños comenzaron a corear gritos al Papa:
—¡Papa Francisco! ¡Esta es la juventud del papa!
El nuncio sonreía con gozo al ver el tremendo cariño que los jóvenes manifestaban al sucesor de Pedro.
—Queremos hacerle un regalo, D. Bernardito —me tocó decirle delante de la multitud— que seguro que sería del agrado del papa. Como un símbolo de que estos jóvenes quieren seguir el legado de Francisco, a lo largo de la jornada han recogido cuatro mil kilos de alimentos para los más necesitados.
De nuevo un gran aplauso y gritos al papa. Y una canción de Unai Quirós, un auténtico grito de paz, fue coreado por todos los niños ante la sonrisa del nuncio.
Y seguro que la del mismo Francisco desde el cielo.