La misión escondida en tierras peruanas

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Asamblea del campamento
Asamblea del campamento

Por Ricardo Baeza

Desde tierras lejanas en la distancia, pero muy cercanas en el corazón, llegué al Perú a primeros de octubre, tras 40 años dedicado a la enseñanza de las ciencias y a la educación de los jóvenes.

Venía dispuesto a ayudar en la misión entre los jóvenes y las familias de Lima, y fui yo el primer beneficiado de la misión, al encontrarme de frente con la imponente figura del Señor de los Milagros. A pocos días de llegar, el 12 de octubre, tuvimos una eucaristía en su Santuario los miembros del Movimiento de Santa María. También en otras celebraciones, especialmente en la procesión del día 19, pudimos contemplar el paso de la imagen y su saludo al templo en cuyo atrio nos encontrábamos, rodeados de una multitud inmensa que la acompañaba por las calles de Lima.

Al Señor de los Milagros me encomendé especialmente cuando se me encargó hablar como laico en la Vigilia de la Inmaculada que organiza el Movimiento en Lima, en la basílica de María Auxiliadora.

Recuerdo que preparé con mucha ilusión esa intervención, a través de la cual quise, en primer lugar, encomendar al Señor de los Milagros a todos los limeños. Le pedí especialmente que nos liberase del egoísmo individualista que nos atenaza y de las ideologías que nos dividen y marginan a los que piensan diferente, o que degradan a la mujer y ningunean al varón.

La Vigilia fue un momento muy bonito para dejar a María Inmaculada sembrar en nuestros corazones los deseos y las ilusiones que el Señor tiene puestos en los laicos de la Iglesia. Deseos e ilusiones que ella quiere que vayan penetrando en nuestras almas a través del silencio y la oración —allá donde estamos— en nuestra vida ordinaria.

Durante la Campaña de la Inmaculada aproveché para leer despacio el gran regalo que nos hizo el papa Francisco con su encíclica sobre el Corazón de Jesús. Estaba claro que María quería en esas semanas educar nuestro corazón para que se dirigiese hacia el único que es capaz de llenarlo por completo: el Corazón de Cristo.

Leyendo la encíclica fui captando que necesitamos contemplar desde nuestro ser más profundo el Corazón de Cristo, dedicar tiempo a estar «con los ojos fijos en el Señor», como cuando contemplaba la imagen del Señor de los Milagros. Y es que el Corazón de Jesús, nos recordaba el papa, es el símbolo por excelencia de la misericordia de Dios. Cristo clavado en una cruz es la palabra de amor más elocuente.

Estuve unos días en Arequipa con Jorge, militante de España que me está acompañando en el comienzo de esta misión peruana. Visitamos la ciudad, la Universidad Nacional de San Agustín, una residencia de Circa y el hogar de la Milicia. Compartimos con los militantes de allí algunas actividades, que me sirvieron para valorar, viendo su madurez, la paciente tarea realizada por los cruzados en Arequipa durante muchos años.

Me han seguido ayudando mucho las ideas que el papa ha ido volcando en la encíclica, que ha sido estos meses un poco mi guía de lectura y oración. Porque la tarea en la misión es muchas veces saber desaparecer, y se puede tener la impresión de que no haces falta, no estás haciendo nada. Entonces recuerdas que «cuando nos parece que todos nos ignoran, que a nadie le interesa lo que nos pasa, que no tenemos importancia para nadie, él nos está prestando atención» (n.º 40), está atento a nosotros, es capaz de reconocer cada buena intención que tengamos, cada pequeño acto bueno que realizamos (cf. n.º 41), aunque nadie se dé cuenta.

He podido experimentar también que el Corazón de Cristo nos llama y nos convoca a la misión, nos comunica la alegría de la entrega al servicio de los demás y el fervor de la misión persona a persona (cf. n.º 88). El ir acompañando a cruzados y militantes que han pasado por diversos centros escolares animando a asistir al campamento, que tendría lugar del 6 al 12 de enero, fue para mí ocasión de vivir la llamada del Corazón de Cristo a la misión.

La experiencia del campamento ha sido muy enriquecedora, con 22 jóvenes muy desconocedores del carisma de la Milicia y el Movimiento de Santa María, pero ilusionados por crecer como personas y, también, en su relación con Cristo y su madre.

Otra experiencia nueva ha sido el trato con los residentes peruanos del Hogar de Lima. Ellos hacían su vida, respetando los horarios de comidas y cenas, pero poco integrados en la misión educativa que se pretende. Sin embargo, el trato tranquilo y acogedor con ellos, escuchando sus historias y sus dificultades, fue creando un buen ambiente de amistad que ha sido enriquecedor para todos.

Un momento intenso ha sido el de la Navidad vivida en familia. Con los cruzados de Lima y Arequipa, y José Luis Acebes y Josemari Echeverri de España, profundizando en la increíble historia de un Dios que se cuela de rondón en nuestras vidas como un niño pobre e indefenso. Pero también con los miembros del Movimiento de Lima, con dos momentos de encuentro alrededor de la eucaristía, tanto el domingo 22 de diciembre como la tarde del día de Navidad.

Tras el campamento hemos iniciado una tarea de acompañamiento a los jóvenes que participaron en el mismo, apoyados en la actividad del sábado por la tarde (asistencia de 10 a 15 chicos cada sábado en enero y febrero), en la preparación de la siguiente representación del musical (ya han empezado los ensayos), y en el lanzamiento del Proyecto Jubileo 2025 en Roma, al que ya se han apuntado ocho universitarios.

La tarea en la misión también exige formación, en el sentido amplio de la palabra. Por ello empezaré el curso escolar peruano matriculado en varias asignaturas de filosofía y teología. También estoy inmerso en un proyecto montañero que me llevará a conocer las grandes montañas andinas del Perú central. Ambiente de preparación física y técnica, compartiendo sudores con peruanos que también quieren disfrutar de la experiencia de la montaña. Se abre un bonito campo para misionar.

Este primer trimestre del año una tarea también importante va a ser el apoyo a la Milicia de Arequipa. Estaremos una semana, dando un retiro, asistiendo a un encuentro de universitarios y alentando a los militantes a dar de lo mucho que han recibido. Es el momento de que se responsabilicen los nuevos militantes, de su propia formación y de comunicar su experiencia a otros compañeros a nivel profesional. Misión, pues, también en Arequipa.

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