¿Es porque soy una mujer?
¿Por eso debo limitar mi ámbito de trabajo?
Por Jesús Jaraíz Maldonado
Estados Unidos, 2024
136 minutos
Director: Alejandro Monteverde
Podríamos introducir esta película planteando un sencillo cuestionario:
—¿Quién ha construido el mayor imperio benéfico del mundo?
—¿Quiénes dirigieron todas las instituciones de ese gran imperio?
—¿Quién es la patrona de todos los migrantes?
En Una mujer italiana encontraremos las respuestas. Describamos brevemente el contexto:
En 1891, León XIII promulgó la encíclica social Rerum novarum. En ella realizó una firme defensa de los obreros: «En la protección de los derechos individuales, se habrá de mirar principalmente por los débiles y los pobres» (RN 27). Entre los primeros, el papa defendió explícitamente los derechos de niños y mujeres.
El pontífice dispuso para su redacción de información fiable acerca de la problemática social del momento. Tres años antes fallecía san Juan Bosco, que centró su misión educativa en niños y jóvenes pobres, víctimas de la industrialización. Y en 1889 desembarcaba en Nueva York la monja italiana Francisca Javier Cabrini, fundadora de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús.
Enviada por León XIII, Cabrini focalizó su misión en los emigrantes italianos. No era para menos. Entre 1889 y 1910 desembarcaron en Estados Unidos más de dos millones de italianos, la mayoría pobres, analfabetos y despreciados hasta lo impensable por los estadounidenses «nativos». La injusticia y la explotación se cebaron en los más débiles: niños huérfanos y mujeres.
En apariencia, Cabrini fue la antítesis de una heroína. Esta joven italiana, enferma y con una personalidad un tanto áspera, soñaba desde pequeña con ser misionera en China. Ya entonces echaba al agua barquitos de papel con violetas representando a misioneros.
En cambio, descubriremos en ella a una mujer ambiciosa: «Santidad, el mundo es demasiado pequeño para lo que intento hacer». Audaz: «Si hubiera esperado a tener los fondos no habría hecho nada». Y confiada: «Emprendan la misión y los medios llegarán». También trabajadora infatigable: «Cuando trabajo, parece que le robe un día más a la vida». Y muy creativa a la hora de buscar apoyos.
Tiene clara su meta: «Tenemos que mostrarle a este país que todos somos personas con dignidad». Con toda seguridad, si la protagonista no fuese una monja católica, esta película sería un referente en la defensa de los derechos de la mujer. Son frecuentes las alusiones de Francisca a su «debilidad»: «¿Es porque soy una mujer? ¿Por eso debo limitar mi ámbito de trabajo?». Tal vez, con el tiempo, veamos a Cabrini como patrona de las mujeres.
De momento, Pío XII al canonizar a Francisca Cabrini ya la proclamó patrona celeste ante Dios de todos los migrantes. Y Francisco, en el centenario de la muerte de esta gran misionera, animó a impulsar el carisma cabriniano al servicio de los migrantes:
«…los migrantes tienen necesidad ciertamente de buenas leyes, de programas de desarrollo, de organización, pero siempre tienen necesidad también y ante todo de amor, de amistad, de cercanía humana; tienen necesidad de ser escuchados, de que se les mire a los ojos, de ser acompañados: tienen necesidad de Dios».