Perú, tierra «ensantada»

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Papa Francisco en Perú
Papa Francisco en Perú

Querido papa Francisco:

Muchas gracias por tu visita al Perú y por tus palabras de aliento para todos.

Destaco dos intervenciones tuyas: una a los jóvenes y la otra a las monjas carmelitas de clausura.

A los jóvenes les quieres en movimiento, no sentados ante un ordenador o computadora. Quieres que no se desanimen. Que confíen en Dios y le pidan ayuda.

Dices que Perú, es una tierra “ensantada”. Que los santos tuvieron sus defectos pero no se desanimaron, que confiaron en el Señor y en su gracia, de esa forma pudieron resolver los problemas que se les presentaban. Y que los jóvenes busquen orientación en las personas que siguen de cerca a Jesús. Que no deben maquillar su imagen, ya que Dios les quiere tan y como son, con sus defectos y sus virtudes.

A las monjas carmelitas les pides que su oración sea misionera. Que oren a Dios por todo el mundo: por las almas consagradas, por la unidad de la Iglesia, por las personas emigrantes, por los que no tienen trabajo, por la unidad de las familias, por el Papa, etc.

También les dices que tengan un corazón grande y dilatado. Que tengan mucha caridad. Que si están desanimadas acudan a Dios y a su ayuda. Que no sean chismosas, pues el chisme es cosa del diablo. Que el chisme se puede comparar con las bombas de los terroristas en Ayucucho.

Todo lo que has dicho a los jóvenes, me lo dices también a mí, y debo apropiarme los mensajes tuyos, como:

*No desanimarme, que es parecido a lo que el padre Tomás Morales decía: «no cansarse nunca, de estar empezando siempre».

*Pedir ayuda a Dios, viendo mis limitaciones, porque sin Jesús nada bueno puedo hacer.

*Estar en movimiento, esto me invita a seguir haciendo apostolado, aunque el trabajo sea lento y los resultados demoren en verse; puesto que se cumple lo dicho por Jesús en el Evangelio: «unos son los que siembran y otros los que cosechan».

Sobre los consejos que das a las carmelitas, me apropio los siguientes:

*Debo tener un corazón dilatado, pidiendo por las necesidades más importantes de la Iglesia y del mundo entero. En definitiva, es tener una oración misionera.

*Debo tener mucha caridad con los demás, procurando no ser chismoso, pues a veces me veo tentado de hablar mal de los demás.

*También debo pedir por la unidad de la Iglesia Católica y por la unidad de todos los cristianos, como cuando Jesús dijo en la última cena: «que todos sean uno, como el Padre y yo somos uno».

Que el Señor te conserve muchos años, para bien la Iglesia y de toda la humanidad.

José María Bellido (Perú)

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