Era un día de 1843: don Bosco había entrado en una barbería. Se acercó el pequeño aprendiz para enjabonarlo.
-¿Cómo te llamas y cuántos años tienes?
-Carletto, y tengo 11 años.
-Estupendo, a ver si me enjabonas bien. ¿Cómo está tu padre?
-Murió. Sólo tengo a mi madre.
-Lo siento mucho… Y ahora, ánimo, como un valiente, toma la navaja y a afeitarme.
-No, reverendo. -Apremió el barbero– El chiquillo aún no sabe. Sólo enjabona.
-Pero algún día tiene que empezar, ¿no? Que empiece conmigo. ¡Ánimo, Carletto!
El niño, temblando como una hoja, afeitó aquella barba… Alguna rascadura, algún corte, pero llegó hasta el fin.
-¡Bravo, Carletto!, sonrió don Bosco. Y ahora que somos amigos, quiero que vengas a verme alguna vez.
El niño empezó a frecuentar el oratorio festivo y se hizo amiguísimo de don Bosco.
Pero un día el sacerdote se lo encontró llorando sin consuelo.
-Ha muerto mi madre, y el barbero me ha despedido. No sé a dónde ir.
-Ven conmigo. Ya ves que no soy más que un pobre sacerdote. Pero cuando no tenga nada más que un pedazo de pan, lo partiré a medias contigo.
Carletto estuvo más de cinco años en el oratorio. Era muy alegre y muy vivaz, llegó a ser el presentador obligado de todas las fiestas. Sus ocurrencias causaban risa a todos. Pero cuando hablaba de don Bosco, ya adulto, lloraba diciendo: “-¡Me quería tanto!”.
Cantaba siempre un estribillo que decía: “A los 70 de vida he de llegar, / me lo tiene dicho mi papá Juan”.
Era una de tantas “profecías” que, medio en broma, medio en serio, hacía don Bosco a sus muchachos.
Carlo Gastini murió el 28 de enero de 1902. Tenía 70 años y 1 día.
Adaptado de TERESIO BOSCO:
Don Bosco, una biografía nueva. CCS