Gracias Edificados sobre roca

47
Laicos en marcha
Laicos en marcha

Quiero escribiros en esta fecha tan señalada de la «Virgen de Fátima unas palabras de profundo agradecimiento a todos los que, en mayor o menor medida, cada uno acorde a su situación, habéis trabajado en la organización del II Encuentro ‘Laicos en marcha.

El reto no era fácil. El cambio de sede de Getafe a Móstoles supuso, en gran medida, un comenzar desde cero en cuanto a la organización. Hubo que variar el ritmo de trabajo y la planificación, pero el reto se consiguió superar finalmente, Todo eso ha supuesto más trabajo y desgaste, pero se ha afrontado con gozo y con ilusión, Y ha merecido la pena.

Todo esto precisamente me lleva a valorar más la labor que habéis desarrollado para que el Encuentro saliese adelante, y diese el fruto que, en una pequeña medida, sabemos que está dando. Es difícil destacar ningún momento en concreto, y no lo voy a hacer, porque todo forma un conjunto que de esa forma merece la pena valorar,

Pero sí me animo a sacar un par de conclusiones que me parecen importantes.

En primer lugar que el proyecto ‘Laicos en marcha’, aunque todavía tiene mucho camino por recorrer, se ha consolidado con este II Encuentro y se ha convertido ya para muchos en un referente de unidad y encuentro. Hay mucho que trabajar todavía para que no se quede tan sólo en el momento puntual del Encuentro y para que pase a ser, en verdad, una plataforma de movilización del laicado, Pero el camino está iniciado, Y ese fin semana vivido en Móstoles ha supuesto un paso decisivo en esta dirección.

En segundo lugar, y muy unido a lo anterior, ha sido para mí un motivo de gozo ver cómo hemos trabajado todos unidos, (cruzados, colaboradores, militantes, familias…) para que este encuentro salga adelante. En esa línea de misión compartida, de unidad en la entrega a los demás, el Señor nos seguirá bendiciendo. No lo dudéis.

No quiero alargarme más, porque en definitiva estas letras son tan sólo para agradeceros todo el trabajo realizado y felicitaros por vuestra entrega y buen hacer.

Que la Virgen, Santa María de Fátima, nos haga a todos uno en su Corazón Inmaculado.

Artículo anteriorAnhelo profundo del Reino de Cristo
Artículo siguienteCon esta amplitud ecuménica formó el P. Ayala a esos hombres