Por Eduardo Rojas
La semana del Papa en Perú (del 18 al 21 de enero) nos ha traído ese aroma del Pastor que quiere estar cerca de su pueblo a través de su presencia. La gozosa preparación con retiros, encuentros, celebraciones, misiones, campeonato deportivo, participación en radio y TV (hasta un libro “Francisco, el Papa de todos”), visitas culturales, Ejercicios Espirituales…ha superado nuestras expectativas. Con su mensaje ha logrado poner en pie a la juventud peruana con frases magistrales como “el corazón no se puede photoshopear”, “Perú es una tierra ensantada”. Nos ha animado como maestro y pastor a que nos libremos de la tristeza y no nos dejemos “robar la esperanza” En el encuentro más multitudinario, el de Las Palmas, en el que estuvimos en familia, como Movimiento, nos invitó a compartir con Cristo el callejear Lima para llenarla de esperanza, creando lazos de solidaridad, misericordia, convirtiendo nuestras vidas en un hágase y estar, al estilo de María; de ahí sus preciosas palabras de despedida con sabor a Magníficat, Avemaría: ¡Alégrate, el Señor está contigo!
Les comparto los mini-testimonios de algunos de los integrantes:
Familia Barrueta-Solís
Motivados por una fe inclaudicable, a pesar de los últimos acontecimientos en el país, el Papa Francisco fue recibido el pasado 18 de enero, entre lágrimas de emoción y corazones revoloteando, con el amor con que se recibe al Padre.
No cabe duda que el país en pleno: católicos y no-católicos, preparó la llegada del Santo Padre y no hubo necesidad de escudriñar en nuestros corazones: estuvimos abiertos al amor y a la misericordia que Cristo nos entregó en boca de su Vicario.
Piero Bernahola
Para ir a ver al Papa tuvimos que prepararnos haciendo un retiro de 5 días. El mensaje que más se me quedó fue del papa en el Ángelus de que Dios me quiere como soy.
Vivir 3 días en la casa de los Cruzados me agrado bastante ya que todo estaba bien preparado. Me di cuenta ahí que cuando tú haces todas las actividades con un determinado horario todo te sale bien y en la noche ya no te sientes tan cansado a cuando lo haces todo apurado.
A decir verdad fueron las 2 mejores semanas que abre vivido conocer nuevos militantes, vivir con los cruzados, ver al Papa, hacer un retiro en un lugar agradable. Fue más de lo que esperaba.
Eder Falcón
¡No se den por vencidos, no pierdan la esperanza!… son las palabras que el Papa le decía a los jóvenes en la Plaza de Armas de Lima, el último día de su visita al Perú, y se las decía animándoles a luchar contra cualquier situación de dificultad. Es sólo un pequeño ejemplo de la cercanía y de la familiaridad con la que interactuaba, no sólo con los jóvenes, sino con todos. Un par de horas después, por la tarde, casi un millón y medio de personas, yo entre ellos, le esperábamos para celebrar la Santa Misa en la base aérea de Las Palmas. No era la primera vez que asistía a encuentros de esa magnitud, en las JMJ en las que he estado, podía respirarse un ambiente parecido. Pero el sentimiento era distinto. El tomar conciencia de formar parte de una Iglesia local que se desbordaba en cariño hacia el Vicario de Cristo, fue de un gozo especial. Y me parece que el sentimiento era compartido. Ni las largas colas, ni las horas bajo el sol, hacían perder el ánimo a los que habíamos peregrinado, muchos desde el día anterior, para ver al Papa. Es el milagro de la fe, que cuando se vive en conjunto se propaga y se fortalece. Me sentí parte de un acto de gratitud conjunta de toda la familia del Perú al Papa, por su peregrinación a nuestra tierra. Al recordar éstas y otras escenas del paso del Papa por el Perú, veo a mi país unido, entusiasmado, volcados todos a una, para acogerle y abrazarle. Sin duda, ésta visita histórica ha dejado una huella profunda en todos los peruanos.
Sandro Aguilar
Llegó el día y la preparación de este encuentro llegaba a su cima. Nos preparamos con las colas y el hermano Sol que salió bien temprano, a pesar de que pedí por nuestro querido clima, pero una vez más el hombre propone y Dios dispone. Me quedo con que la espera que tuvimos con mis amigos militantes haciendo trincas hasta cuatrincas aprendiendo más de cada uno de nosotros, donde una vez más digo: qué poco nos conocemos y que riqueza inmensa tenemos por conocer e irradiar siendo discípulo y misionero en nuestra ciudad. Se le vio un poco lejos a nuestro querido Pastor, pero lo tuvimos cerca con su mensaje en estos días de encuentro a la luz de nuestra fe.
Marlon Donayre
Definitivamente la llegada del Papa Francisco encendió los corazones de mis familiares, mis hermanos Donayre Díaz, de mi esposa y el mío, el pasado 21 de enero en la misa en Las Palmas, así como de quienes lo esperamos a primera hora del día y todo el mar de personas congregadas en este recinto. Desde la partida en el bus del Metropolitano sentimos el fervor en este medio de transporte que oraba por la llegada del papa y que a viva voz cantaba canciones a nuestra madre santa María y a su hijo nuestro señor Jesucristo. Ya en Las Palmas congregados todos compartíamos experiencias con la familia y las familias de los amigos Militantes de Santa María, los aviones de la fuerza aérea peruana mostraban en el cielo nuestra bandera bicolor y la del Vaticano, que emocionaban a todos los presentes que en este recinto esperábamos la llegada de Francisco. Al promediar las 3:40 pm, se sentía que Francisco ya estaba a pocos minutos de nosotros, el corazón latía cada vez más fuerte y mucho más cuando lo vimos pasar en el Papamóvil derramando bendiciones y sacando sonrisas y algunos llantos en cada paso que daba en dirección al altar para brindar la misa, la cual permitió que todos los congregados nos sincronicemos en oración por nuestra patria, para decirle juntos que bendiga nuestro país y que nos de la luz para abandonarnos en Dios y que con su divina Misericordia nos perdone nuestros pecados. En un momento sentí y deseaba que estos 3 días de visitas sean eternos y por lo hermoso que hemos vivido todos nosotros los peruanos en cada pedacito de nuestro país por donde pasó el Papa y por quienes lo vimos y escuchamos en los medios de comunicación. Por eso y por mucho más ¡Gracias Francisco, gracias Dios del cielo por regalarnos a un Papa como Francisco! Nos quedamos con esos regalos de discursos que nos dio en cada visita y lo interiorizamos como dice él en nuestro corazón, no sin antes rezar por él en esta labor que tiene con todos nosotros.
Rett Mamani
El haber esperado durante 8 horas en la base Las Palmas al Papa Francisco junto a más de un millón de personas fue sorprendente e inusual.
Ya en 1985 vi a san Juan Pablo II en Arequipa, en aquella vez era muy niño, recuerdo que mi papá me llevaba sobre sus hombros, pero esta vez, de mayor, la perspectiva es diferente. Ser más consciente de lo que pasaba.
Los diferentes mensajes dados por el «Dulce Cristo en la Tierra», de modo concreto, el referido al medio ambiente y la corrupción en mi país, que como cristiano, no me hace indiferente, me han tocado.
Ha sido, para mí, la visita del Papa, una renovación y frescura en mi fe, que me motiva, que me empuja a «enlodarme» en el camino, ahí donde las papas queman.
De otro lado quiero agradecer desde estas líneas al P. Evaristo y a la Cruzada Milicia de Santa María. Gracias amigos.
Joel Taquía
Un día antes de la visita del Papa no estaba tan animado en asistir a la misa en Las Palmas porque le vería de lejos y habría demasiada gente. Luego analicé la frase “viene el Papa, viene el Dulce Cristo en la Tierra” y me dije: no me lo puedo perder. Me animé a invitar a unos amigos. Luego, cuando le vimos al Papa a unos 5 metros la emoción fue muy grande.
Recuerdo que el P. Santiago comentaba un día antes que “si nos conmueve ver al representante de Cristo en la Tierra, ¿cómo sería ver a Dios mismo?”. Todos los días lo tenemos en la Eucaristía en todo momento. El Papa vino y se fue. La Eucaristía, que es Dios mismo, no se va. La visita del Papa me ha hecho valorar la Eucaristía. Recuerdo que en la misa el Papa nos dijo que el Perú necesita jóvenes santos. El Perú nos necesita. Es un poco grande esta frase, pero caló profundamente en mí.
Testigo de un milagro
Y, ahora, mi testimonio. Francisco hizo el milagro antes de viajar a Sudamérica, porque este año no tuve muchos contratiempos para realizar los Ejercicios Espirituales anuales en Ñaña (del domingo 14 al viernes 19 de enero). Quería prepararme de la mejor manera para recibir a Francisco en su llegada al Perú, sabiendo que el Papa estaría muy contento de saber que un grupo de varones hemos dejado Lima para prepararnos espiritualmente para su visita. Por ello, los Ejercicios han revestido un sabor especial, ya que sabíamos que luego de tener una experiencia de cercanía espiritual con Dios, podríamos verle de cerca al “Dulce Cristo en la Tierra”. Estos cinco días de Ejercicios Espirituales han logrado una experiencia de Misericordia de Dios en mí, ya que sentí que Cristo está más cercano y que le tengo que acompañar con más constancia.
Recuerdo que al promediar las 6 pm del jueves 18, estando en oración en la capilla, se nos anunciaba con un sonido prolongado de las campanas de Ñaña la llegada de Francisco a “suelo ensantado”, “suelo peruano”. Nosotros, fieles al horario y reglas ignacianas, le recibíamos en el silencio de Ñaña. Sólo por dentro el corazón podía expresar la alegría que nos trae el “Vicario de Cristo”. Aunque en ese momento no tenía la hora exacta, sabía que Francisco se encontraba en medio de nosotros por el sonido de las campanas.

Ya, en Lima, como no había logrado que me aceptaran llevar a mi abuelita de 92 años a Las Palmas, tenía que intentar que le vea a Francisco en algún lugar. Además, antes de salir de Lima el domingo 14, le dije a mi Mamá que cuando vuelva de Ñaña, le voy a perseguir a Francisco por todo Lima, a ver si le puedo ver en algún lugar. Viendo opciones, pensé que si le llevo a mi abuelita con la silla de ruedas tal vez me abran paso en medio de la multitud y podamos verle. El hecho es que el sábado 20, salimos desde Lima Norte en taxi desde mi casa con mi familia a las 6 de la mañana a interceptar a Francisco en la Av. Colonial, donde nos esperaban, desde muy temprano, las Hermanas del JUN, con unos banderines para hacerle la barra a Francisco (por supuesto llevé a mi abuelita en silla de ruedas). Casi a las 7:10 am, al sonar de los patrulleros se fue acercando Francisco hasta que pudimos verle cara a cara mi Madre, mi abuelita, mi tía y mi primo Harold. Lo único que pude gritarle al ver su rostro fue “santo Padre, santo Padre”, luego la emoción nos embargó, al punto de hacernos derramar algunas lágrimas de gozo, esperanza y paz. Estos son momentos que sólo el corazón conoce y que guarda para la intimidad con el Señor. No creo tener las palabras exactas para describir el momento, sólo decir que fue un momento donde el Señor nos “misericordió”. Luego fuimos con las Hermanas a la capilla del JUN a darle las gracias a Dios por el regalo de Francisco en el Perú. Escuchamos misa de santa María en una iglesia cercana y continuamos dando gracias a Dios con nuestras vidas, como dice mi abuelita “¡Hasta que Dios quiera!”.