Por José María Bellido
El último retiro con jóvenes de quinto de Educación Secundaria, de CIRCA, ha sido muy interesante. Estos chicos van entrando poco a poco en los ejercicios espirituales de tres días completos. Al principio, están un tanto bloqueados por la exigencia del silencio y porque van obligados a la casa de retiro, pero la gracia de Dios va actuando en ellos y salen muy contentos. Terminan muy impresionados y con mucho provecho.
Hablo personalmente con ellos y lo que más los ayuda es la oración en la capilla. También las ideas que escuchan en las meditaciones y pláticas. Igualmente, las grabaciones de Abelardo, que se las pongo durante las comidas, y, aunque ya hayan hecho la oración sobre los mismos temas, están atentos por lo ameno que es Abelardo. Pienso que eso de repetir de forma diferente las meditaciones, los ayuda a profundizar.
También les pongo la película de Don Bosco y la de La Pasión de Cristo, ambas los impactan y van a la capilla con mayor deseo de hacer oración. Estoy usando un método nuevo para mí. Consiste en darles una hoja con la meditación y con el esquema de san Ignacio. Eso solo el primer día. Tienen que copiar de la hoja a su cuaderno, y luego me la devuelven, pues de lo contrario no toman notas cuando les hablo. Después de copiar les hablo para completar y motivar la meditación.
El segundo día hacen ellos la composición de la meditación, con el esquema que ya conocen. Después de elaborar ellos la meditación en el cuaderno, les hablo y pasan a la capilla.
Para que no vaya todo muy seguido, entre meditación y meditación de la mañana, rezamos el rosario. Y por la tarde, entre las dos meditaciones hacemos el víacrucis. Como el ayudante José Mario se tiene que ir al colegio desde las 8:00 a.m. hasta las 4:00 p.m., después del almuerzo les pongo las películas (Don Bosco o La Pasión de Cristo) durante una hora. Es el tiempo en el que puedo hablar con los chicos personalmente, pues estas películas los concentran totalmente y pueden estar ellos solos en la sala.
También hablo con ellos por la tarde, cuando está el auxiliar. Lo de hablar con los jóvenes es muy importante, pues vas viendo cómo progresan espiritualmente. El primer día no hablo con ninguno, ya que están todavía entrando en la dinámica de los ejercicios espirituales. Todavía están con la imaginación fuera del retiro. Es segundo y tercer día, se les ve más concentrados.
Algunos afianzan su fe, otros la recuperan. También hay jóvenes que se comprometen más con sus parroquias. Los hay que no tiene ningún vínculo con grupos católicos y hay que animarlos a que den el paso. Es todo un trabajo a largo plazo que, a veces, se queda solo en el fruto de esos días. En realidad, cuando estoy en la casa de retiro y veo cómo va actuando la gracia de Dios, me pregunto qué hacer para que perseveren.
Allí han descubierto la paz y tranquilidad del alma, que ellos anhelaban. Les ofrezco asistir a la Milicia de Santa María, pero les cuesta mucho trabajo, ya que están en el último año de sus estudios y su preocupación es buscar una academia que los prepare para el ingreso a la universidad. De todas formas, la semilla que se siembra dará un día su fruto, aunque yo no lo vea.