Navidad explicada y vivida en familia

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Navidad en familia
Navidad en familia

La familia será siempre la mejor educadora y transmisora de la fe. Toda madre tiene un corazón sacerdotal, decía Paul Claudel pensando en Mamá Margarita, la madre de Don Bosco. Todo padre compenetrado con su mujer participa en esta sagrada misión sacerdotal. El sacramento del matrimonio comunica a los cónyuges incesantes ayudas sobrenaturales para cumplir tan delicada y trascendental misión.

Un padre me cuenta lo que hizo un 24 de diciembre. «Hablo -dice- de la Navidad con mis tres hijos mayores. Navidad es el Nacimiento del Amor en el mundo. Dios hecho un Niño aparece entre nosotros para darnos ejemplo de vida y redimirnos. A continuación vamos eligiendo varios textos del Evangelio, a través de los cuales nos situamos en el contexto histórico y los principales momentos. Así van apareciendo el anuncio del empadronamiento; el viaje a Belén; la llegada al establo, porque no había para ellos lugar en el mesón; el Nacimiento; el anuncio a los pastores y su marcha llevando sus ofrendas. Y todo esto intercalado de algunos villancicos que suele entonar su madre y que todos cantamos.

»Al final les pregunto: ¿Qué debe representar para nosotros la Navidad? Una gran alegría, un gran agradecimiento a Dios por su derroche de amor. Un olvidarnos de nosotros y acordarnos de los demás. Los pastores se desprendieron y volvieron gozosos. ¿Por qué no hacer nosotros otro tanto? Uno de ellos dice: yo puedo sacar el dinero de mi hucha y darlo a los pobres. Y yo el mío, dicen los otros dos. Y dicho y hecho. Rompen sus huchas de plástico, las envuelven en un papel y vamos al encuentro de los pobres.

»De pronto encontramos a unos muchachos que piden al público para las familias pobres de un suburbio de Madrid.

Los niños llegan allí y depositan uno a uno sus huchas. El muchacho avisa a otro compañero más alejado que estaba con un micrófono. El del «micro» comienza a pregonar la acción de los pequeños, para que se anime el público. Nosotros, los padres, escondidos como a unos cien metros detrás de un coche, llorando de alegría. ¡Ah, los padres también nos habíamos desprendido para vivir la Navidad! ¡Qué felices regresamos a casa y qué bien entendieron los niños el gozo de los pastores! ¡Fue una Navidad enormemente feliz! La cena con algunos dulces y turrones, pero sin necesidad de gastar demasiado. No hay que dejarse llevar de la sociedad de consumo, sino del ejemplo del Evangelio».

Una madre de nueve hijos me refería, llena de emoción, lo que había hecho ese mismo día. «He compuesto una obrilla de teatro basada en textos del Evangelio. Tres actos, que terminan con canto de villancicos cada uno de ellos y con preguntas que interpelan. Los actores son los propios niños. También acuden amigos y vecinos de su edad. Al final, el que hace de relator dice: «los pastores se desprendieron y volvieron gozosos; ¿qué debemos hacer nosotros?»

»Antes los padres habíamos hablado ya a los niños, y después de la obrilla se pregunta por lo que debemos hacer los demás. Y todos deciden desprenderse de una parte de sus ahorros, para visitar un orfanato que está próximo y llevar su donativo a las niñas pobres, para alegrarles la Navidad. El de tres años también lleva en un pequeño plástico cerrado con una goma sus pequeños ahorros. Los padres también hacen su aportación. Algún otro matrimonio que se entera se une a ellos con sus hijos. Y esto se viene repitiendo cada año. Ya les esperan en el orfanato, donde también se canta un villancico al Niño Jesús. ¡Qué Navidades tan felices!»

Hora de los laicos

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