Por Policarpo Díaz Díaz, sacerdote de la diócesis de Salamanca
Detrás del nombre cardenal Jorge Mario Bergoglio, para muchos de los cristianos no había nadie, o casi nadie. Alguna referencia lejana teníamos de ese cardenal de Buenos Aires que se pateaba las villas de su ciudad y que estaba detrás del movimiento que inspiró el documento de Aparecida. Algo habíamos oído también, de este cardenal del que ya se oyó como posible papa —tras la muerte de Juan Pablo II— en el cónclave en el que salió elegido Benedicto…
Resumo —a modo de titulares—, los diez grandes regalos que este papa ha hecho a la Iglesia. Digo diez, por usar el modo «decálogo», que es una buena manera de resumir aquello que no cabe en un pequeño molde.
1) La salvaguarda del concilio y la tradición posconciliar
Siempre que corren tiempos revueltos para la Iglesia y para la sociedad, surgen las «tentaciones» del camino contrario, de la discontinuidad e incluso de la ruptura y el cisma. Pedro es agente de comunión y garantía de la unidad dentro de la Iglesia; por eso, el papa Francisco no ha dejado dudas sobre la necesidad de salvaguardar los grandes logros y conquistas del concilio Vaticano II, magistralmente abiertas por Juan XXIII y Pablo VI, y sostenidas y profundizadas por los pontificados de Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Todos ellos «los papas del Concilio», canonizados y reconocidos en su santidad por Francisco, a excepción de Juan Pablo I (beato) y Benedicto XVI.
2) El lenguaje de los gestos
Mil gestos tenemos en la retina que nos servirán para recordar a este papa sencillo, humilde, discreto…, que se alejó del boato, de lo ceremonioso o pomposo, y optó por lo sencillo: desde los viejos zapatos usados, hasta la vivienda en comunidad en Santa Marta, pasando por el viaje en bus…, y por las veces que se ha saltado a la escolta para dar un beso a un niño, a una viejecilla o a un mendigo.
3) Un papa comunicador
A los gestos le han acompañado palabras sencillas, entendibles, dirigidas al sencillo Pueblo de Dios que cuando escucha o lee a Pedro escucha y lee a uno de los suyos. Un papa que ha usado Twitter y algunas otras redes sociales, que ha dialogado con sencillez y claridad con los periodistas, y edita mensualmente videos sobre temas de actualidad…
4) Palabras vivas para un nuevo resurgir de la Iglesia
El papa Francisco ha acuñado un lenguaje propio que hace fácil comprender hacia dónde quiere dirigir y gobernar a la Iglesia. Todos recordaremos estas expresiones: Iglesia en salida, periferias existenciales, hagan lío, los santos de la puerta de al lado, sueño con una Iglesia pobre y de los pobres, pastores con olor a oveja…
5) Un magisterio fresco, marcado por la alegría
Así figuran en el título varios textos claves de su pontificado: La alegría del Evangelio; La alegría del amor; Alegraos y regocijaos… Pero más allá de ese importante «tono», Francisco nos regala un magisterio fresco, que ha querido tocar los elementos que él ha entendido como esenciales en el momento en el que vivimos. Magisterio cargado de reformas.
Tres encíclicas luminosas y originales; cinco exhortaciones apostólicas, un buen número de cartas apostólicas, constituciones apostólicas, cartas pastorales (bulas), discursos, catequesis de las audiencias, motu proprio… Todo ello forma, como en todos los papas, un corpus magisterial lleno de tesoros, de ideas que ayudan a caminar a la Iglesia y que quedan para la historia como parte importante de su aportación.
6) La institución de la Jornada Mundial de los Pobres
Con esta Jornada Mundial quiere que cada año, antes de que culmine al año litúrgico, nos adentremos en el corazón del Evangelio y descubramos que los pobres estarán siempre entre nosotros como encarnación del Hijo de Dios en nuestro mundo e Iglesia.
7) El sínodo mundial sobre la sinodalidad
Dando un gran salto de novedad: no solo unos obispos sinodales, que meditan, estudian… temas de diversa índole y actualidad para marcar los posicionamientos de la Iglesia actual. El papa Francisco ha querido dar un salto mucho más denso: «escuchar a todo el Pueblo de Dios». Un sínodo sobre la sinodalidad, que instituya un nuevo y definitivo modo de ser Iglesia: todos opinamos, todos somos escuchados, todos participamos en el destino de la Iglesia.
8) El deseo de erradicar los abusos sexuales, de poder y de conciencia en la Iglesia
Siguiendo la senda abierta por Benedicto XVI, e interviniendo con radicalidad y contundencia. Por ejemplo, convocó a todos los presidentes de las conferencias episcopales del mundo y a todos los superiores de congregaciones religiosas, a una cumbre monográfica sobre este tema en el Vaticano (2019); también ha reformado algunas partes del Código de Derecho Canónico (Pascite gregem Dei, sobre la reforma del libro VI del Código de Derecho Canónico (2021) y la carta apostólica en forma motu proprio Recognitum Librum VI con el que se modifica el can. 695 § 1(2022)), para evitar cualquier tipo de encubrimiento o rebaja de la pena; para ello ha escuchado a víctimas, ha contestado personalmente a cartas y a llamadas de teléfono; ha tomado medidas disciplinares ejemplares como la supresión de una Conferencia Episcopal entera (en Chile), o el apartamiento a cardenales y obispos cuya praxis no haya sido clara tanto en el capítulo de abusos directos, como en posibles actitudes de silencio o encubrimiento.
9) Sus viajes originales, significativos, casi todos inéditos
Viajes —casi todos— a países y continentes pobres, a países y lugares de la geografía universal antes nunca visitados por un papa. Viajes al encuentro de las culturas, de las zonas de conflicto, del diálogo interreligioso y económico, en búsqueda de la paz… Es impresionante y conmovedor, observar a un «pobre anciano vestido de blanco», lleno de años y de dolores, lleno de tareas y preocupaciones, recorriendo los escenarios más significativos de la miseria y el ostracismo de la humanidad…, en silla de ruedas, cojeando… Siempre dejando gestos y palabras difíciles de olvidar.
Tan importante es localizar en el mapa dónde ha ido, como preguntarse ¿a qué lugares habrá sido invitado y ha desestimado estratégicamente acudir? Porque —entiendo— que el magisterio de un papa no es solo lo que dice, sino también lo que silencia, y no solo a dónde va, sino también a dónde renuncia ir.
10) El cariño entrañable a Benedicto XVI
Dos papas diferentes por cultura, formación teológica, sensibilidad, contexto… Pero, sin embargo, a nadie nos ha dejado indiferentes la impagable «imagen» (que no pose) de comunión que ha habido entre ambos. La renuncia de Benedicto fue como una profecía de la necesidad de un nuevo aire, pero la renovación no es ruptura, la renovación es constante apertura al Espíritu Santo para que sea él quien renueve, revitalice, refresque…, a la Iglesia en la vuelta a los orígenes, «al modelo apostólico enteramente primero», que decía Juan Pablo II. Y Francisco ha sabido ser portador de ese fluir del Espíritu. Pero fluyendo… no rompiendo. Por eso él ha acogido entrañablemente el celo y el cuidado por el papa emérito: lo ha respetado, lo ha visitado, lo ha cuidado con sus gestos de cariño.
Dios quiera que sigamos descubriendo más gestos, hasta completar otro decálogo de regalos, con lo que Dios quiera seguir concediéndole de ministerio y de vida.