Por Pedro Castrillo Romón
Proyecto Gales es una actividad formativa y evangelizadora de la Milicia de Santa María para chicos de 15 a 18 años. Este verano tuvo lugar su tercera edición, tras las llevadas a cabo en 2015 y 2018. Se realiza en una de las zonas más rurales de Reino Unido, situada entre el condado galés de Powys y el condado inglés de Hereford, que ofrece unos idílicos paisajes con verdes colinas, mansas ovejas y pintorescos pueblecitos.
En esta ocasión, formábamos la expedición un grupo de cuarenta y cinco chicos y diez educadores. La duración fue de dos semanas, prolongadas después, al regresar a España, con cuatro días en Santiago de Compostela. Tuvimos como base la escuela de Lucton, un típico colegio inglés con sabor a Harry Potter, que puso a nuestra disposición un magnífico terreno para acampar y sus instalaciones de cocina, comedor, salas y pabellón polideportivo.
Uno de los objetivos del proyecto es servir de apoyo a la pequeña comunidad católica, distribuida en las parroquias galesas de Presteigne, Knighton y Rhayader. Nuestra presencia allí constituye para ellos una oportunidad de ofrecer de forma natural, tanto a no creyentes como a cristianos de otras confesiones, una serie de actividades atractivas con mensaje cristiano.
Ya viene siendo casi una tradición que uno de los «platos fuertes» sea un musical, con unas características concretas: en inglés, de creación propia, con música en vivo, con mensaje cristiano y ecuménico, de una hora aproximada de duración y que permita la participación de un amplio número de chicos. En esta ocasión, la obra era Skate Hero y seguía la estela de Sons of Liberty (Hijos de la libertad, sobre san Pablo) y Of gods and men (De dioses y hombres, sobre los mártires cistercienses del Atlas). Se representó en Presteigne el 1 de agosto y fue precedido por un breve concierto de música clásica. El evento nos dio pie a anunciarlo por las calles, tanto en Presteigne como en Rhayader, y a invitar a todos aquellos con los que íbamos estableciendo contacto.
Otro evento musical de menor escala fue una «fiesta española», consistente en un concierto de canciones populares y otras con contenido cristiano, acompañadas de comida típica española. También realizamos una visita a una residencia de personas mayores, que tuvo como eje una actuación musical. Una vez más quedó demostrado que el cariño y la sonrisa rompen todas las barreras, incluyendo las de la edad, el idioma, la dificultad de audición o la discapacidad.
El programa de esas dos semanas fue muy variado, incluyendo rutas de senderismo por paisajes épicos, partidos de fútbol en campos de hierba espectaculares y visitas a lugares históricos, como Oxford, Coventry o Ludlow.
Estas experiencias, ayudadas por el entorno y el ambiente del grupo, hacen que estos días tengan algo de mágico. Lo cual es compatible con un plan austero, viajando en autobús y ferry y durmiendo en tiendas de campaña, que forma parte del atractivo de la actividad y que recuerda nuestro estilo campamental. Estos días ofrecen, además, muchas oportunidades para la convivencia, entre nosotros y con los británicos, y espacios para la formación y la oración, así como los necesarios ratos de ensayo para los actores, cantantes, músicos o bailarines del musical.
Algunas de las actividades tuvieron un carácter marcadamente ecuménico, de conocimiento, colaboración y oración con otras confesiones cristianas. Así, el musical que representamos se encuadraba en una jornada ecuménica en la que visitamos, por grupos, algunas comunidades cristianas no católicas. Además, Coventry y su catedral en ruinas sirvieron de llamada a la reconciliación y a la oración por la unidad. Esto se complementó con una sesión de formación para ofrecer a los jóvenes las bases adecuadas sobre las que construir el diálogo ecuménico e interreligioso.
Comentan algunos de los protagonistas sus experiencias:
«En la zona a la que fuimos, los católicos eran pocos y algo mayores. El sacerdote, que era un carmelita nigeriano, intentaba utilizar en misa un inglés muy claro, con palabras sencillas, para que los españoles lo entendiéramos. Después de la misa había un momento para hablar con todos, tomando té y pastas. Anualmente tienen una fiesta en la que se reúnen los miembros de las tres parroquias cercanas, y fue uno de los domingos en los que estábamos nosotros. Aunque el grupo no era muy numeroso, en la fiesta había gente de distintas edades y diferentes países. El ambiente era muy agradable, ya que la gente era muy servicial. Nosotros intentamos corresponder ayudando en tareas domésticas y animando con música. Terminamos cantando todos juntos La bamba; ¡Que viva España! y algunas canciones en inglés del musical Skate Hero, como Give my live for love (Dar la vida por amor). Me gustó mucho la experiencia» (Sebastián, 15 años).
«Los dos partidos de fútbol que jugamos contra equipos ingleses estuvieron muy bien. Aunque en los partidos “lo dábamos todo” sabíamos que eran, antes que nada, oportunidades para convivir con jóvenes británicos. Después del partido que jugamos en nuestro campo contra Leicester Juniors (a los cuales ganamos 4-3) compartimos unas spanish tapas, que habíamos preparado como «locales». Al principio, la iniciativa en la conversación la llevábamos nosotros, pues los chicos del otro equipo estaban un poco tímidos, pero enseguida nos fuimos mezclando y hablando todos con todos. Es verdad que la facilidad dependía del nivel de inglés, pero muchos de nuestros jugadores se fueron de Reino Unido con amigos del otro equipo. La conversación sirvió también para invitarles al musical Skate Hero, que íbamos a representar unos días después. Descubrí que, aunque los jóvenes británicos tienen una cultura diferente y algunas costumbres distintas, son muy majos y tienen gustos parecidos a nosotros en el deporte» (Francisco, 18 años).
Como conclusión, hemos vuelto a comprobar la potencialidad de este tipo de actividades para la formación de jóvenes y adolescentes. También la actividad ha ayudado a despertar su llamada a la evangelización, inherente al bautismo. Además de la dimensión lingüística no desdeñable, con la práctica del inglés, es interesante constatar la universalidad de lenguajes como la música, el deporte o la servicialidad. Experiencias así nos ayudan a todos a sentirnos más «católicos», universales, y a estrechar los lazos afectivos con los que profesan nuestra misma fe en otras latitudes y en otro idioma. Y también con todos aquellos que buscan a Dios con un corazón sincero en otros entornos culturales o sociales. Aunque es cierto que la misión empieza en casa, en ocasiones es ilustrativo y estimulante vivir en su literalidad el mandato de «id por todo el mundo y anunciad el Evangelio».