Respetar, compartir y competir

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Respetar, compartir y competir
Respetar, compartir y competir

Por Mar Carranza Jiménez

Mariano Andrés de la Vega, profesor de Educación Física y Religión (secundaria y bachillerato) en el Colegio Amorós, de Madrid, reflexiona de manera realista —eliminando mitos— sobre el valor educativo de la Educación Física y del deporte, que aborda desde dos ámbitos: el más íntimo y experiencial, y el más técnico y profesional.

Con sencillez se define como un alumno mediocre en la primera etapa escolar: «Solo había espacio en mi cabeza para el fútbol». Cincelado como persona por los avatares y retos del deporte. Amado y bendecido por una familia genial. Mis asignaturas —nos dice— dos asignaturas «marías» a las que fui guiado por la Providencia. Vivo entendiendo que toda obra encaja para un bien mayor, si miramos con los ojos de Dios.

¿Qué significa para ti ser profesor de Educación Física y de Religión?

De Religión llevo siendo profesor apenas un año, y aún me siento en «pañales», pero es una asignatura que me conduce a una mirada espiritual y trascendente de mis alumnos.

La Educación Física está más relacionada con el cuerpo, pero como trabajo con adolescentes tengo mi corazón (emociones y sentimientos) a flor de piel. Me siento un hombre privilegiado y feliz. Estoy convencido de que los alumnos nos enseñan más a nosotros que nosotros a ellos. Doy gracias por esta vocación.

Como tutor y profesor ¿qué sientes cuando contemplas a tus alumnos?

La primera sensación es la de oportunidad, de conocerlos mejor y de acompañarlos en su crecimiento. Como tutor, tengo una mirada más cercana y cariñosa porque el Señor me los ha puesto ahí e intento mirarlos como lo haría él. Esa mirada se traduce en respeto, cercanía, empatía y paciencia para ayudarlos a crecer acompañándolos en las dificultades del curso.

¿En qué perfil te sientes más identificado, en el de tutor o en el de profesor de Educación Física?

Cuando estudié mi carrera de Educación Física lo hice por vocación deportiva, pues me encanta el deporte, pero nunca pensé lo que conlleva ser profesor de Educación Física. El ejercicio de mi profesión me ha hecho caer en la cuenta del valor que tiene la educación: ser maestro, acompañar. Ser profesor de Educación Física es un regalazo y ser tutor, una vocación que entiendo como servicio y entrega. Estoy en una etapa marcada por la adolescencia, con alumnos peleando con su corazón y necesitan de tu paciencia y tu compañía para ayudarlos a gestionar sus emociones. Ser tutor es escucha y una mirada al corazón de cada uno de ellos. A su vez tiene un efecto multiplicador: detrás de cada niño hay una familia que responde con agradecimiento al cuidado que entregas a su hijo. La familia entera se siente cuidada y acompañada cuando lo haces con su hijo.

¿Qué aporta de original la asignatura de Educación Física al currículo educativo?

Se realiza en un contexto diferente al aula. Los alumnos vienen con cierta apertura a lo que van a recibir y realizar. No se suelen mandar deberes y tiene un componente lúdico que ellos valoran y aprecian.

Por otro lado, puedes comprobar su capacidad de superación: hay alumnos que no se sienten cómodos con determinadas actividades. En ocasiones no son capaces de realizarlas, pero lo intentan y perseveran sin notar el peso de la calificación.

¿Cómo motivas a tus alumnos?

La clave está en hacer consciente a cada uno de su punto de partida; a cada uno se le va a pedir el máximo que pueda dar en aquello que pueda realizar. Este valor de lo poquito, llevado día a día hace que el alumno consiga resultados. El profesor debe destacarlo.

La diferencia se puede aprovechar para trabajar el valor del servicio al otro, porque muchas veces los alumnos más aventajados deben ayudar a los que más les cuesta y estos, por su parte —y desde la humildad— han de ser conscientes de ello y aprender a agradecerlo.

¿Crees que el deporte educa en valores?

El deporte de por sí no educa en valores. Son nuestros valores personales y como sociedad los que asociamos a una acción propia del deporte. Aquí interviene un matiz de intencionalidad a la hora de educar en valores y asociar esas acciones positivas o negativas como valor o como antivalor.

¿Cómo haces para educar en valores?

No es lo mismo ser coordinador en un club, en un colegio, o entrenador, pero si me perdonas la generalización se podrían establecer las siguientes líneas:

Generar unos principios y unos valores claros, como base para desarrollar el objetivo educativo con un deporte concreto. Es importante que no haya dudas.

Formar a los educadores para que tengan claros los principios irrenunciables que se van a transferir a los alumnos.

Formar a los padres en el realismo de lo que buscan y buscamos con ese deporte. Si olvidamos el origen de la decisión es fácil la confusión.

La intención de la acción deportiva, pues son las acciones deportivas las que se identifican como valores o antivalores. Potenciar esas acciones ayuda a que todos crezcamos en ese valor con el que identificamos esa acción deportiva.

¿Qué estrategias consideras necesarias para formar en valores?

La más importante es reflexionar sobre alguna acción, descubrir algún tipo de conducta correcta o incorrecta. Se trata con ello de aprender a pensar y es muy importante no hacerlo inmediatamente después de la actividad deportiva, sino al día siguiente o durante la semana, porque el alumno estará receptivo y la reflexión calará más hondo.

Es esencial, tener unas normas consensuadas (cómo obrar ante una situación), y algún tipo de límites en el hacer propio de la actividad.

Primordial es el juicio moral: toda acción deportiva tiene también su trascendencia social y, por lo tanto, todo es moralmente juzgable.

Y es fundamental crecer en el autocontrol de la conducta, es decir, que el propio chico tome conciencia de su forma de ser, de su reacción en ciertas situaciones y a partir de ahí establecer pautas de autocontrol.

Finalizamos agradeciendo a Mariano esta aportación tan vital y llena de experiencia para los padres y educadores, pues el papa Francisco señala que existe un vínculo entre la Iglesia y el deporte que «se ha cultivado con la conciencia de estar al servicio del crecimiento integral de la persona y ofrecer una preciosa contribución a nuestra sociedad» (31 de mayo 2021).

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