2025: un año para redescubrir la esperanza

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Redescubrir la esperanza. Foto: Kelly Sikkema en Unsplash.
Redescubrir la esperanza. Foto: Kelly Sikkema en Unsplash.

Según la ONU, el año 2025 es el Año Internacional de la Paz y la Confianza, el Año Internacional de las Cooperativas, el Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuánticas…, y, eclesiásticamente, es un año significativo porque es el décimo aniversario de la encíclica Laudato si’ del papa actual y, sobre todo, es el año de la esperanza al convocar el papa Francisco el Año jubilar de la esperanza.

El año 2025 se presenta como un nuevo comienzo, una oportunidad para redescubrir la fuerza de la esperanza que nos ha sido dada. En un mundo marcado por la incertidumbre y los desafíos, la Iglesia nos invita a mirar hacia el futuro con optimismo, recordándonos que la fe en Jesús es el ancla que nos sostiene en medio de la tempestad.

Los católicos llevamos años brindando esperanza y somos llamados a ser portadores de esta buena noticia, a despertar la esperanza que anida en el corazón de toda persona.

2025 se presenta como un año ideal para:

Reconectar con nuestras raíces: Volver a los orígenes de nuestra fe redescubriendo la fuerza de la primera llamada.

Abrazar la diversidad: La Iglesia es una y diversa; por eso debemos ser especialistas en construcciones de puentes.

Favorecer la sinodalidad: Caminar juntos, escuchar, acoger, detectar los puntos de encuentro y construir desde ahí.

Y, por supuesto, siempre de la mano de la Madre. La Virgen María, Madre de Dios y nuestra, nos guíe con su maternal protección y nos ayude a vivir nuestra fe con generosidad y esperanza creciente.

2025: Año de la esperanza. Si el 2024, entre otras muchas cosas, celebró el Día de los Derechos Humanos, el 2025 debe ser el año de la esperanza, así lo pide el papa Francisco al convocar el Año jubilar con la bula titulada La esperanza no defrauda —que son palabras de san Pablo (Rm 5,5)—. Quiere Francisco que tengamos entusiasmo por la vida y disponibilidad para compartirla.

La Iglesia universal celebra, desde el pasado 28 de diciembre un año jubilar, es decir, un año de revisión, reparación, consideración atenta de lo fundamental, del valor de la fe y del perdón, de la justicia y la paz.

La esperanza no es un recurso barato de un optimismo superficial, no; la esperanza es la certeza de que lo mejor de Dios llegará antes o después a nuestras vidas, si acertamos a vivir como peregrinos de esperanza.

Por eso proponemos hacer del 2025 un año para redescubrir la esperanza.

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