Si yo le preguntara a usted —de improviso— qué le sugiere el número trescientos, probablemente me diría que le recuerda a un grupo de valientes y aguerridos hombres que defendieron una posición estratégica en la Grecia antigua, evocando así a los 300 espartanos de Leónidas y a la película del mismo título (300, de Zack Snyder, 2006); o bien algo muy insistente, porque dentro de la magia de los números el trescientos ha quedado como paradigma de persistencia; así, la madre le repite al hijo: “Te lo he dicho trescientas veces, y no me haces ni caso”. Hay, pues, en ese número encerrados algo de espíritu aguerrido, de valentía, de tenacidad… Pues bien, con este ejemplar de septiembre de 2016 se cumplen dos efemérides redondas: trescientos números de la revista Estar y 50 años, ya que el primer número salió a la calle en 1966.
¿Por qué Estar?
La revista nació del deseo de dar a conocer al público anécdotas de actuación apostólica en que los militantes y Cruzados de Santa María aplicaban todo su espíritu, tanto en actuaciones de apostolado organizado como en otras más personales, que llaman de alma a alma, uno a uno; tanto en actividades programadas y que podríamos calificar ‘oficiales’ de la institución, como pueden ser la Campaña de la Inmaculada o la Campaña del mes de mayo en honor de la Virgen, como en las esporádicas, actuaciones allí donde salta la liebre: una conversación, la defensa de los valores humanos y cristianos en un aula, en la calle, en la familia, en el metro, etc. Por lo tanto, la revista quiso hacer público, desde un primer momento, lo que en los Círculos de Estudio de los sábados por la tarde, aquellos cristianos comprometidos ponían en común. La revista venía a ser la puesta de largo del cuaderno personal que en la época del Hogar del Empleado todos los militantes tenían, y que iban completando y llevaban a las Jornadas de Oración y Estudio de Semana Santa, para en cualquier momento de las asambleas abrir el cuaderno y hablar. Conservamos aún el cuaderno de anécdotas de Abelardo, en cuartillas reaprovechadas escritas a máquina por una cara, y luego cosidas artesanalmente por él mismo. Continuaba de este modo Estar la línea de la revista Aún, que publicaba El Hogar del Empleado, en la que algunos de estos Cruzados habían escrito hasta junio de 1960.
A esas anécdotas que narraban de forma muy sencilla pequeñas actuaciones, pero no por ello menos significativas, integradas en una sección que llevaba por título “Mosaico”, y a otras más elaboradas y maduras que pretendían demostrar al mundo que anunciar a Cristo es posible, que ante el mal que nos envuelve “más vale encender una cerilla que maldecir la oscuridad”, y que querían alentar a otros cristianos a dar testimonio de su fe, se le fueron añadiendo algunas secciones de contenido doctrinal. De este modo la revista no solo informaba, sino que pretendía formar. No era esta la finalidad última de la revista, ya que publicaciones teóricas de carácter doctrinal había muchas, mientras que las de sentido práctico se contaban con los dedos de la mano.
El nombre
El nombre completo con que se bautizó la revista fue Hágase Estar, recogiendo en dos palabras las dos actitudes esenciales de María en el evangelio: Hágase en la Encarnación, y Estar al pie de la Cruz. Dos actitudes del cristiano militante ante el mundo. Las dos palabras invitan a la aceptación de la voluntad de Dios en cada momento, y a estar al pie del cañón allí donde Cristo, por medio de la jerarquía, nos necesite. Estar, simplemente estar, es más importante de lo que parece en una sociedad en que muchos desertan. En el primer número de la revista se citaba al legionario romano a quien la lava del Vesubio sepultó en Pompeya firme en su puesto, mientras las gentes huían despavoridas ante el río hirviente que los amenazaba. Cuando diecisiete siglos más tarde los arqueólogos descubrieron la ciudad romana, el soldado stabat en el lugar que se le había ordenado custodiar.
Estar en medio del mundo, estar sin ser. El español es casi el único idioma del mundo en que estos dos verbos se distinguen y podemos decir que el cristiano, como los tres jóvenes en el horno de Babilonia, está en medio del mundo sin quemarse (o debería estar, vaya), está sin pertenecer, está sin ser, está como la levadura dentro de la masa, que no se la ve, pero la hace fermentar. Estar, no es poco…
Las distintas fases
La revista ha ido evolucionando en estos cincuenta años, por supuesto. A una primera fase más modesta (1966-1973), trimestral, elaborada casi artesanalmente, a ciclostil y con una tirada mínima, casi para repartir en mano a los amigos, le siguió una segunda en que ya la revista salía de imprenta, con cubiertas en color, y artículos más elaborados y mejor redactados. Esta segunda fase duró de 1973 a 2003. A finales de 2003 asume la dirección de la revista Andrés Jiménez, que da un giro a su orientación. Esta se convierte en mensual, aumenta su tamaño, el número de sus páginas, y se convierte en un órgano de difusión católica, donde las anécdotas de vida pierden protagonismo y lo adquieren los artículos de fondo. Se inició un apartado para niños y una sección educativa titulada “Escuela de padres”.
Finalmente, en 2013 comienza una nueva etapa, donde la publicación vuelve a ser bimestral, aumenta de 36 a 52 el número de sus páginas y adquiere una maquetación y presentación más cuidadas. Pretende entonces ser la revista del Movimiento de Santa María, dando cabida a anécdotas y puntos de vista en los que colaboran todos los grupos vinculados al carisma de los Cruzados de Santa María. Hay, por lo tanto, una mayor universalización de la revista. En 2015 la revista comienza a publicarse en color, también en el interior.
Los contenidos
La revista ha propagado durante estos años el carisma propio de la institución. Abelardo de Armas firmó durante casi treinta años (junio de 1974 – diciembre de 2002) la sección “Agua viva”, breves meditaciones en torno a un punto del evangelio en las que fue anunciando su forma concreta de entender la santidad laical. A partir de 1980, en que recibió la gracia de “las manos vacías”, fue escribiendo lo que el Espíritu le sugería a este respecto. Un total de ciento sesenta y nueve colaboraciones. Fruto de aquella sección, que aparecía en la tercera de cubierta, fue el libro Agua viva (Madrid 2005), que recopiló ciento treinta y siete, agrupadas por temas.
Los editoriales han basculado siempre en torno a temas del momento, predominando la orientación laical y las coyunturas propias del mes en que salía la revista.
La más genuina, si no la más interesante, ha sido la sección anecdótica: vital, escrita desde las posibilidades y los zapatos de cada protagonista: chiquillos, jóvenes, padres de familia, profesores de Universidad, trabajadores de empresa o de banca… Desde el realismo, porque la vida real supera a la ficción, presentando a veces fracasos, otras veces logros, y siempre un espíritu combativo propio. Lo más importante, demostrar que el amor no se queda quieto.
Una sección no fija ha abordado temas relacionados con el carisma de la institución, como el estudio de diversas facetas del fundador, P. Tomás Morales SJ, o del estilo educativo, campamental, donde han ido desfilando temas propios de la pedagogía de los Cruzados de Santa María.
Ha habido secciones firmadas por plumas que han imprimido un ritmo distinto a la revista. Pienso ahora en la sección que Santiago Arellano, catedrático de Lengua y Literatura Española, cubre desde hace trece años en “Saber mirar”, publicada en segunda de cubierta, una breve reflexión a raíz de una obra de arte, un cuadro pictórico fundamental aunque no exclusivamente; y van nada menos que ciento veinticinco miradas al arte para aprender algo para nuestra vida.
Otra sección de gran calado ha sido la de temas educativos, “Escuela de padres”, donde ha colaborado Abilio de Gregorio, catedrático de Lengua y Literatura Española. En ella que se han publicado diversas conferencias suyas. Fruto de ello ha sido el libro recientemente publicado, Cuatro miradas Horizonte de esperanza (Burgos, 2016), que reúne setenta y cuatro artículos suyos.
El futuro
¿Qué futuro le espera a una revista católica, sostenida por un puñadito de suscriptores, que no se vende en quioscos o en los canales habituales de difusión de rotativos? ¿Una revista que no tiene publicidad ni aparece en la publicidad? ¿Una revista que va contracorriente de los valores (o ideas, o quizás contravalores) de un mundo que se enorgullece de la increencia? El futuro es incierto y apasionante, por supuesto; se trata de un verdadero reto, pero por ello mismo intentarlo es más atractivo, casi se puede decir que tiene un poco de morbo. ¡Ah! Hubo una vez 300 que se enfrentaron a un ejército increíblemente más numeroso, de unos 250.000 se dice hoy, corrigiendo los números de Heródoto, más abultados; fue en agosto del año 480 a.C. y, si no hubiera sido por una traición interna, hubieran vencido.
Seguirá la revista en papel, a la que se añadirá la revista online, la que aparece en la red y puede ser consultada desde cualquier punto del planeta. Se incluirán algunos de sus artículos en redes sociales como Facebook o Twitter, donde uno o 300 “me gusta” difundirán el artículo. Se mejorará el papel y la maquetación, pero lo más importante es que siga habiendo cristianos que asuman el reto de presentar a Cristo con toda naturalidad en un mundo que no cree en Él, o que cree pero vive como si no existiera o nada le importara.
Que lo hagan presente y que lo escriban, para que todos los lectores lo conozcamos.