¿Derecho a morir o a vivir?

No hay enfermo incuidable, aunque sea incurable

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¿Derecho a morir o a vivir?
¿Derecho a morir o a vivir?

El concepto de dignidad humana nos lleva a considerar que cada uno de nosotros es poseedor de una dignidad, es decir, somos dignos.

Partiendo del significado etimológico, el término dignidad, proviene del latín dignitas, cuya raíz es dignus, que significa «excelencia», «grandeza», donde cabe agregar que la dignidad que posee cada individuo es un valor intrínseco, per se, puesto que no depende de factores externos.

Entonces, inicialmente, podemos entender la dignidad como aquel valor inalterable que posee toda persona por el hecho de contar con capacidad para razonar y decidir (aunque ocasionalmente la pierda), capacidad que otros entes no poseen.

Todos los seres humanos somos iguales en la medida en que todos somos portadores de una dignidad común que está muy por encima de todas las diferencias que nos individualizan y nos distinguen unos de los otros, ya que todo ser humano posee dignidad sin importar la condición en que se encuentre.

Las posturas ideológicas sobre la dignidad son muy variadas, en el contexto de los Derechos Humanos y desde una perspectiva doctrinal, pero la noción de dignidad constituye el valor de cada persona, que exige el respeto mínimo de su condición de ser humano, lo cual impide que su vida o su integridad sea sustituida por otro valor social.

En este sentido, el 14 septiembre de 2020 la comisión ejecutiva de la Conferencia Episcopal Española lamentó que el Congreso de los Diputados decidiera seguir adelante con la tramitación de la ley orgánica de regulación de la eutanasia. Para los obispos «es una mala noticia, pues la vida humana no es un bien a disposición de nadie […] la legislación no puede proponer la muerte como solución a los problemas.

»No hay enfermos incuidables, aunque sean incurables. Abogamos, pues, por una adecuada legislación de los cuidados paliativos.

»Esta ley, en nombre de una presunta muerte digna, niega en su raíz la dignidad de toda vida humana».

Desde el punto de vista de la fe, la persona adquiere su valor por ser hijo de Dios, y este valor es intrínseco, no depende de la edad, de la inteligencia, de la salud o de las cualidades; por eso, una ley que confunde el derecho a vivir con el derecho a morir, está deslegitimada porque no busca ofrecer opciones para vivir con dignidad, sino que posibilita el huir de la vida por la puerta falsa.

¿Derecho a morir? No, a vivir, porque no hay enfermos incuidables aunque sean incurables.

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