El Colegio Mayor San Pablo

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Colegio Mayor Universitario de San Pablo
Colegio Mayor Universitario de San Pablo

En el Archivo General de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) se conservan varias cartas del P. Tomás Morales a Fernando Martín-Sánchez Juliá, escritas en la década de los años cuarenta desde distintas casas de la Compañía[1]. En ellas deja ver el interés que mantenía por la Asociación y por los Estudiantes Católicos, organización de la que Tomás fue presidente de la Federación de Madrid durante dos años (1928-1930).

¿Quién era el destinatario de la carta? Fernando Martín-Sánchez Juliá (1899-1970) fue ingeniero agrónomo, geógrafo y periodista; miembro fundador de la Confederación Nacional de Estudiantes Católicos y presidente de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas entre 1935 y 1953, cargo en el que sucedió a Ángel Herrera Oria. Fue redactor y consejero de El Debate, e impulsor del Colegio Mayor San Pablo CEU. Estudió también Economía y Derecho en la Universidad Católica del Sacro Cuore en Milán, de donde pasó a Rumanía, Austria, Checoslovaquia, Bélgica, Alemania y Francia, para estudiar las instituciones sociales de aquellos países.

Orador extraordinario, fue sin duda un laico comprometido con la Iglesia y con España, cuyos problemas los vivió desde dentro. Ha pasado demasiado desapercibido en el panorama español, quizás oculto por la sombra de personas cercanas como Herrera Oria, Martín Artajo, Castiella, etc. Su minusvalía (vivió buena parte de su vida en silla de ruedas, pues desde muy joven se vio afectado por una parálisis progresiva que le mantuvo prisionero en una inmovilidad casi absoluta. Una raya trazada de arriba abajo y de derecha a izquierda era su firma) no le impidió un trabajo incansable y una gran lucidez mental. Si en 1920 había fundado los Estudiantes Católicos, poco después (Friburgo 1921) fue uno de los promotores de la Internacional Pax Romana de Estudiantes Católicos, organización en la que desempeñó el cargo de Vicepresidente.

Hombre de profunda y arraigada fe. El 13 de febrero de 1943 el ministro Ibáñez Martín le condecoraba con la Cruz de Alfonso X el Sabio y él, aún relativamente joven y atado para siempre a su silla de ruedas, incapaz de mover un pie o una mano, decía: “Una cruz, bien está; muy agradecido, querido ministro. Después de esta otra cruz con que Dios me condecoró, esta gran cruz que llevo inseparablemente unida a mi cuerpo, que me ha hecho alejarme de todo lo que son vanidades y locuras mundanas”.

Temor ante el nacionalcatolicismo en España. La visión profética de Fernando le hizo pronunciar en un discurso en Aranjuez en la primavera de 1946, con el triunfo aliado reciente: “La pregunta concreta, el interrogante que atenaza el ánimo de muchos propagandistas y aun de muchos católicos españoles hoy, es saber a ciencia cierta, aunque lo preguntamos con la desesperanza de que no se nos podrá contestar de un modo definitivo, ni acaso tenemos derecho a exigir esta respuesta, si la Iglesia en un pueblo católico como el de España, salvando siempre ante todo su libertad, prefiere vivir ‘tutelada’, ‘protegida’, ‘defendida’, ‘respetada’, o si, abandonando totalmente esa gama de participios pasivos, prefiere, como en tantos otros pueblos donde los católicos no son ni la inmensa mayoría ni siquiera apenas minorías exiguas, vivir estos tiempos como entidad de derecho privado, con consecuencias públicas evidentes inevitables”.

Fernando murió al pie del cañón en 1970, poco después que Herrera Oria. Hemos de decir que la causa de su canonización ha sido introducida el 24 de mayo de 2012, y se une a las ya incoadas de Ángel Herrera y Tomás Morales. Amigos, relacionados en vida por un fuerte compromiso social, vivieron los difíciles tiempos de la España del siglo XX, y están camino de los altares sin haber sido mártires. Un laico, un obispo-cardenal, y un jesuita, conectados entre sí desde los años veinte, unidos en sus años de formación, en su amor a la Iglesia y a España, en su visión de la laicalidad, y ahora en sus causas de canonización.

Publicamos en este número la carta que le escribe el P. Morales el 27 de noviembre de 1945, desde la casa de Gandía, donde había comenzado la Tercera Probación el 16 de septiembre de ese año, último escalón en la formación jesuítica antes de emprender su ministerio apostólico. Acababa de terminar la tanda de ejercicios de mes que les había dirigido el P. Francisco Segarra SJ.

En la carta hay dos partes, y se trasluce un tono de añoranza en el P. Morales, que parece echar de menos las actuaciones combativas de los Estudiantes Católicos de los comienzos. Termina haciendo un llamamiento a la formación humana completa de los laicos y apóstoles.

Se trata de un cuadernillo con membrete, en formato folio doblado, que consta de dos cuartillas rayadas, escritas totalmente[2]. Hemos respetado en lo posible su grafía y sus abreviaturas.

* * *

27 noviembre 1945

Sr. Dn. Fernando M.-Sánchez

Madrid

Mi querido Fernando:

Llega a mí la noticia de la primera piedra del futuro Colegio Mayor San Pablo en la Ciudad Universitaria[3]. Mi felicitación sincera para ti y para todos los que te ayudan en esa importantísima y transcendental iniciativa, a mi juicio, una de las más fecundas que ha tomado a su cargo la A. C. N. de P. ¡Que la gracia omnipotente de Dios, con la cual “todo” lo podéis, nos haga ver pronto convertida en espléndida realidad incubadora de hombres para Dios y España a ese Colegio Mayor, vivero magnífico de apóstoles, si acierta a imprimir en sus colegiales ese espíritu sobrenatural sin la cual son infecundas todas las obras!

Mis oraciones, mis S. Misas, no faltan por ese futuro Colegio, ni tampoco por la A. C. N. de P. ¡Qué semillero el colegio de vocaciones para la Asociación! Cada día estimo más la fecunda labor formadora que se puede llevar a cabo en esos colegios: S. Pablo, Cisneros… Pidamos a Dios hombres con visión clara de su transcendencia, con abnegación sobrenatural para llevar incansablemente adelante una tarea tan ardua, como es la formación de la juventud. ¿Qué conexión tan bonita para el futuro la de esos Colegios con instituciones similares para ampliación de estudios o doctorados, existentes ya o posiblemente fundables en el extranjero?[4]

No sé si conoces un artículo del P. Salvador Cuesta (“Sal Terrae”, octubre 1945) en que a propósito futuro Congreso Pax Romana, habla necesidad y conveniencia reorganización Conf.de Es. Católicos[5]. En parte estoy con él; y me parece que sin ellos todo ese apostolado universitario será insuficiente, a pesar buenísimos deseos Juventudes C. y Congregaciones[6].

Aquí me tienes en esta casa del Santo Duque de Gandía, haciendo en soledad fecunda mi Tercera Probación. Pide al Señor para que me santifique de veras, para que me lleno[7] del Espíritu Santo, pueda realizar entre nuestra juventud una labor fecunda, el día en que acaben estos meses de retiro tan fundamentales en la vida de un apóstol.

Adiós, querido Fernando. ¡Que Dios os bendiga a todos! ¡Que la Virgen Inmaculada, vuestra patrona, lleve a la asociación ese elemento joven y batallador que quizás echáis de menos y que tan magníficamente preparaban nuestros Es. Cs.! ¡Que Ella bendiga a ese futuro Colegio Mayor cuyo fruto está en razón directa del grado de selección de los Colegiales y de la intensidad de una dirección espiritual a fondo que los forme muy hombres, muy hombres de Dios, muy hombres del día!

Affmo, in Cto. Iesu

Tomás Morales S.J.

Ten la bondad decir me remitan aquí, Gandía (Val.) Palacio Sto. Duque el Boletín A.C.N. de P. que mandaban Villafranca[8].

(Notas del documento)


[1] Agradezco sinceramente a los responsables del Archivo las facilidades prestadas para su consulta y publicación.

[2] El código del documento es: ES.28668.AGACdP-CEU-N217-N498-C140-115-03/15. N.012.

[3] La primera piedra fue puesta el 12 de octubre de 1945 en una ceremonia oficiada por Mons. Leopoldo Eijo y Garay, obispo de Madrid-Alcalá. Fue inaugurado oficialmente el 7 de marzo de 1951.

[4] Debió querer poner admiraciones, pero escribió interrogaciones a comienzo y a final. Indudablemente está pensando en instituciones como el Colegio de San Clemente en Bolonia, fundado por el cardenal Gil de Albornoz, y donde él mismo estuvo becado el curso 1932 para hacer la tesis doctoral en Derecho. La misma palabra “ampliación” parece recordar la Junta de Ampliación de Estudios, vinculada a la ILE y creada en 1907 para becar en el extranjero a licenciados de reconocido prestigio.

[5] En este párrafo y en los siguientes se ve la tendencia del P. Morales a utilizar abreviaturas y a un estilo conciso.

[6] En esos momentos, los Estudiantes Católicos estaban en la sombra; y los universitarios católicos estaban integrados principalmente o en la Acción Católica o en las congregaciones marianas de los luises (San Luis Gonzaga) y los kostkas (San Estanislao de Kostka). También comenzaba su andadura el Opus Dei, y entre las universitarias las teresianas del P. Poveda. Eran estas organizaciones más confesionales que lo que habían sido los EE.CC., por lo que al P. Tomás Morales le parece que falta cierta laicalidad en la actuación, así como más preocupación por lo humano y estrictamente universitario. Es significativa la última frase de la carta: “muy hombres del día”.

[7] Había redactado primero “me llene”.

[8] El contacto con la ACNdP no lo había perdido ni en sus años de estancia en Bélgica y Avigliana (1932-1939), adonde le habían enviado circulares y cartas. Desde su llegada a España ha ido reclamando el Boletín desde las casas de la Compañía en que se encontraba.

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