¡Enciéndete en ansias misioneras!

Extracto de la Vigilia de la Inmaculada, 7 de diciembre de 1971. (Luces en la noche, pp. 254-260)

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Conversación entre amigos
Conversación entre amigos

Hombre que me escuchas y que te sientes incapaz y pequeño: ¡no te desanimes nunca! Yo también me siento débil y me sorprendo temblando delante del sagrario cada vez que debo dirigiros la palabra, pero me apoyo en mi nada, porque sé que no os puedo hablar con supereminencia de doctrina, ni de ciencia ni de teología. Os hablo sólo —como diría san Pablo— con la fuerza del Espíritu Santo, apoyado ciertamente en vuestra caridad para escucharme.

Tú que te consideras insignificante, que te preguntas: ¿qué puedo hacer por Jesús?, puedes dar testimonio de Dios ante el mundo.

Si ahora se apagaran las luces de este templo y uno de vosotros alzase una cerilla encendida en la oscuridad plena, vería que no es tan insignificante, se haría visible a todos los que estamos aquí. Si a continuación otro y otro, y los miles que estáis aquí encendierais todos vuestra lucecita, haríais ya una gran claridad. Porque vale más encender una lucecita que maldecir de las tinieblas.

Tú puedes trabajar por Jesucristo. Puedes trabajar por la extensión de su Iglesia. ¡Enciéndete en ansias misioneras! ¿Cómo?

Puedes encender una lucecita aclarando ideas sobre el aborto: Tú no puedes consentir que se legalice el aborto. Tú puedes encender tu lucecita escribiendo cartas a la prensa, llegando a los medios de comunicación social, hablando ante tus compañeros y amigos.

Puedes encender tu lucecita luchando contra esa pornografía que está velando los ojos de nuestros jóvenes, que ha ido invadiéndonos por dosis crecientes. Puedes ser misionero diciéndole al del quiosco donde compras el periódico que te niegas a comprarle nada mientras siga trayendo esa mercancía. Si eso lo hiciéramos uno y otro y otro, se encenderían miles de lucecitas, venceríamos.

¿No nos dicen los eslóganes marxistas que el pueblo unido jamás será vencido?

Ansias y tareas misioneras en el cumplimiento de tu deber, porque, si tú eres del bando del Crucificado —que no invocó para sí ningún derecho—, tienes que ser humilde como Él y, para que se cumplan los derechos de los demás, cumplir con tus deberes. ¡Sé ejemplar en el cumplimiento de tu deber profesional! Los estudiantes que estáis aquí, estudiando firme, y los trabajadores, trabajando, no discutiendo. Cuando no se cumple con el deber ya se está poniendo un germen de violencia en nuestras vidas: faltamos a la paz. Los que queremos la paz en el mundo, empecemos por cumplir con nuestro deber.

Ansias y tareas misioneras: ¿Hay entre vosotros catedráticos? ¿Hay entre vosotros profesores? ¡Haced seminarios de estudio! ¡Componed libros de texto que sean coherentes con la fe que practicáis!

Ansias y tareas misioneras: ¡Buscad a Jesús! Si tú miras a Jesucristo crucificado, si te enamoras del pobre de Belén y del humilde de Nazaret, serás libre y darás sin miedo testimonio de tu fe, porque vivir y predicar la fe no es sólo cosa de sacerdotes, sino de todos los cristianos. No es un lujo que podamos extender el Evangelio nosotros, los laicos. La Iglesia nos quiere dinámicos, trabajadores. A esto os empujo.

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