Jóvenes todos ¡venid!

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Montes
Montes

¡Qué bella es la montaña si se saben cantar canciones de esperanza en tan grandiosa soledad!»

Primera marcha en los dos primeros días del mes consagrado al Corazón de Jesús. Inmediato comienzo de la campaña de la Visitación en acampada en el Alto de los Leones. Festividad del Corpus. Todo a los treinta años exactos de la primera marcha tras la salida del Hogar.

Y en esta grandiosa soledad, cara a un Madrid que se oculta en la bruma de un día gris, pero que mis ojos adivinan desde estas alturas, resonando en mis oídos el «hilo musical» de pájaros de todas las especies, cuyos cantos dispares no quiebran la armonía de una sinfonía maravillosa, mi alma encuentra canciones de esperanza.

Aquí en esta aula magna de la montaña está la olimpiada de las olimpiadas. El estadio olímpico que contiene a todos los estadios del mundo. La Súper Expo.

El más grandioso de los anfiteatros desde el cual se contemplan en la noche y se adivinan todas las galaxias y confines del Universo, y en el día lo que contemplas te enciende en deseos de poseer no las cosas, sino al Autor de todas las cosas. Y clamas: ¡Dios, Dios, Dios!, ¡Tú eres todo!, ¡Tú solo eres el que ES: Dios mío y Padre mío! Mi alma tiene sed de Ti. Perezca todo lo que no eres Tú, porque Tú eres Dios y basta.

Sí, ya entiendo por qué has querido que un puñadito de hombres viniera aquí en este día del Corpus para hacerte presente en la Eucaristía. Porque teníamos que celebrar en este Santuario de la Montaña que te hiciste hombre y acampaste entre nosotros. Y te he visto poner tu tienda en cada uno de estos jóvenes que se ha acercado a ti y comulgar abriendo a tope sus corazones puros.

Siento ahora unas ansias inmensas, que no son mías, sino tuyas, por traer aquí a multitud de esos jóvenes. Has puesto en nuestras manos el Pan que da la vida eterna. El agua que sacia toda sed. Tú eres lo que buscan. Tienen hambre y sed de Ti, Señor Jesús. Haz que sepamos darte a ellos. Concédenos saber atraerlos ¡Que vengan! ¡Que vengan aquí y te encontrarán! Que participen de esta experiencia de la montaña y encontrándote a Ti, se encontrarán también a sí mismos. Será una experiencia de la que ya no podrán prescindir jamás.

El que tenga necesidad de un amigo, que venga aquí. El que esté triste o desalentado, que venga aquí. Quien esté falto de algo, que venga aquí. Y el que no tenga necesidad de nada, que venga y encontrará lo más importante que le falta y creía no le era necesario: encontrará tu humildad, tu sencillez, tu pobreza.

Encontrar a Jesús es encontrar TODO. Y lo, encontrará en un campamento y unos acampados que son de Santa María.

La Virgen que engendró a Cristo en sus entrañas. Le dará a luz en el corazón de todo el que venga a Ella.

Jóvenes todos ¡venid! Y los que ya venís ¡traed, otros!

Alto de los Leones, 1-2 junio 1991

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