Modelo natural y cristiano de la paternidad

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Nos han habituado a que sintamos veneración indiscriminada por Roma y su civilización, y sin embargo deberíamos caminar con pies de plomo, no sólo en lo que atañe a la moral, sino, por ejemplo, al Derecho romano. ¿Recordáis la novela histórica Quo vadis (1896) de Henryk Sienkiewicz? Marco Vinicio le escribe a su pariente Patronio, (capítulo XVIII, 2ª parte):

Más aún te digo: no sé cómo los cristianos se las arreglan para vivir, pero sé que donde comienza su religión concluye el poder de Roma, concluye la misma Roma, concluye nuestro sistema de vida y concluye la distinción entre vencidos y vencedores, entre ricos y pobres, señores y esclavos; concluye el gobierno, concluye el César, concluye la ley y el orden del mundo concluye. Y sobre todo esto surge Cristo, lleno de una misericordia jamás conocida y de una bondad contraria a los instintos del hombre y a nuestros propios instintos romanos.

Los abusos en el ejercicio de la autoridad paterna contradicen la doctrina cristiana, no la legislación romana. Primer texto: El árbol de la ciencia. Pío Baroja. Capítulo 3º dedicado a la familia de Andrés. No comento. Sacad conclusiones.

La familia de Andrés, muy numerosa, se hallaba formada por el padre y cinco hermanos. El padre, don Pedro Hurtado, era un señor alto, flaco, elegante, hombre guapo y calavera en su juventud. De un egoísmo frenético, se consideraba el meta-centro del mundo. Tenía una desigualdad de carácter perturbadora, una mezcla de sentimientos aristocráticos y plebeyos insoportable. Su manera de ser se revelaba de una manera insólita e inesperada. Dirigía la casa despóticamente, con una mezcla de chinchorrería y de abandono, de despotismo y de arbitrariedad, que a Andrés le sacaba de quicio… A éste (Don Pedro) le gustaba disponer del dinero, tenía como norma gastar de cuando en cuando veinte o treinta duros en caprichos suyos, aunque supiera que en su casa se necesitaban para algo imprescindible.

Respondo con un precioso soneto del poeta José Mª Valverde de su obra Años inciertos titulado “Paternidad”:

Con niños por en medio, ya no hay modo de que sienta temor de Dios, que tiemble de aquel Yahvé del fuego y de la cólera que llenó mi niñez de escalofríos. Con este amor abyecto que me arrastra por verles sonreír, con mi tormento si algo les duele, el vértigo pensando qué será de ellos luego, solos, torpes, y sabiendo muy bien qué disparates hizo Dios por nosotros, no hay manera de temerle. Ya sé su punto débil: es Padre, es Hijo en medio de hermanitos. ¿Cómo no he de abusar de mi confianza? Pero a ellos no les hablo de eso: un día empezarán a verlo con sus hijos.

Y termino con un sorprendente cuadro de Picasso. Hoy en el museo Picasso de Málaga. Sí, de Pablo Ruiz Picasso. 1921. El reto está en que ustedes deben descubrir la presencia del padre y su misión protectora.

Escriben los expertos: Picasso transforma las emociones de la paternidad, la devoción y curiosidad por la magia de la vida íntima en creatividad pictórica del alto voltaje…/… los frescos de Pompeya, el manierismo italiano del XVI, los alto relieves de Goujon, las últimas bañistas de Renoir o las esculturas en bronce de Matisse se apilan como referencias eruditas para contextualizar esta maternidad. Los cánones de la Antigüedad y del clasicismo son triturados por un sorprendido padre malagueño.

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