En febrero de 2009 la IV Junta Mayor de los Cruzados de Santa María aprobó por unanimidad esta conclusión:
Abelardo de Armas es reconocido como cofundador del instituto: en primer lugar, por su cercanía con el P. Morales desde los primeros momentos de su apostolado entre los jóvenes empleados de Madrid; y en segundo, por su aportación única y específica como director general del instituto desde su aprobación como pía unión primero (1955-1988) y como instituto secular después (1988-1997), encarnando un estilo de vida consagrada laical, que interpreta y transmite autorizadamente el sentir del fundador.
Vamos a destejer este texto fundamental para los Cruzados de Santa María, y a enhebrar los hilos de su trama con impresiones que nos ha dejado Abelardo sobre los hechos que se narran. El resultado será un tapiz que esboza la historia de los Cruzados.
1. Su cercanía con el P. Morales
2 de febrero de 1951. Abelardo se acerca a un jesuita veintidós años mayor que él, con quien comparte vagón:
—Parece que va solo.
—Pues no. ¿Tú no sabes que el hombre nunca va solo…?
—Déjese de historias, porque usted ahora iba completamente solo, y si no es por mí que me he sentado con usted…
—Y tú, ¿a qué te dedicas?
—Juego al fútbol…
Este encuentro será providencial. Años después comentará el venerable P. Tomás Morales: «En aquel viaje en tren a Las Navillas, entendí que aquel joven de veinte años era el sustituto de Palero para poner en marcha una gran obra en la Iglesia» (1).
El P. Morales confiará en Abelardo para poner en marcha la nueva institución. En los ejercicios espirituales que dirigió a los cruzados en 1986 se referirá a Abelardo como cofundador y afirmará: La Cruzada masculina no hubiese podido existir si Dios no hubiese escogido a Abelardo. El P. Morales será el director espiritual, maestro y consejero de Abelardo. Multitud de conversaciones, llamadas telefónicas y cartas entre ambos contribuyeron a modelar el nuevo instituto y a superar las dificultades que iban surgiendo.
Pero la cercanía será mutua. Abelardo será a su vez consejero y confidente del P. Morales en las peripecias que compartieron, ya desde los momentos del Hogar del Empleado. Abelardo así lo atestigua, por ejemplo, al revelar una vivencia en la capilla de la conversión de san Ignacio en Loyola: hace años tuve una misa muy íntima con el P. Morales, en la que tuvo el detalle de escoger la lectura de san Pablo en la que dice a Timoteo palabras de gratitud por haber sido fiel cuando todos le abandonaron. Es decir que esto era lo que precisamente le sucedía al P. Morales en esos momentos, pues le habían sacado del Hogar del Empleado (2). Cercanía mutua y gratitud mutua.
2. Nacía la Cruzada de Santa María
2 de febrero de 1954. Día clave para Abelardo; así lo recordará años más tarde: Hoy es un día para mí muy grande, pues hace 36 años que, a seis cruzados, los primeros que escogió el P. Morales, nos reunió con él a puerta cerrada y en una misa muy íntima hicimos nuestros primeros votos. Nacía la Cruzada de Santa María. De esos seis cruzados yo era el más joven. Tenía 24 años todavía sin cumplir, me faltaban quince días. Yo soy el único que el Señor en su Misericordia ha querido persevere. Sin duda para que resplandezca mejor su gloria, pues soy el peor de todos ellos (3).
Apenas habían pasado tres años desde su conversión, pero Abelardo daba el sí a Jesucristo para enrolarse en una aventura singular: iniciar un nuevo instituto de vida consagrada en la Iglesia. Con fecha 8 de diciembre de 1955 el nuevo instituto recibirá su aprobación como pía unión.
3. Un director general de 26 años
Octubre de 1956. Al finalizar el cursillo de formación de Comillas se procede a la elección del que habrá de ser el jefe (cargo que se denominará después mayor general y más tarde director general) de los Cruzados. Resulta elegido Abelardo, con tan solo 26 años. Son momentos fundacionales: muchos nuevos miembros se incorporan en poco tiempo y son incontables los detalles de este nuevo estilo de vida consagrada en pleno mundo los que hay que perfilar. Ejercerá como director general en esta primera etapa hasta octubre de 1957.
Los acontecimientos se sucederán rápidamente. El 16 de marzo de 1960 el P. Morales es alejado del Hogar del Empleado y de la Cruzada. En una entrevista histórica solicitada por Abelardo y otros cruzados, el P. Provincial de la Compañía de Jesús les asegura que no tiene cabida un instituto secular en el Hogar del Empleado. Con el fundador lejos y con la perspectiva de ser reconfigurados en Congregación mariana, un grupo de cruzados liderado por Abelardo se plantea abandonar el Hogar del Empleado para preservar su vocación consagrada. El 21 de junio se consuma la salida de los doce primeros; más tarde otros los irán siguiendo.
Ahora, sin la protección del Hogar, la aventura se multiplica. Abelardo experimenta qué supone ser despedido de su trabajo en la Constructora del Hogar. Escribirá en unas «Impresiones» (21.6.1980): Me dolió tan fuertemente que me fui a la capilla. Ante el Sagrario y la Virgencita del Hogar que hoy tenemos en nuestra casa de la calle Écija, no pude más y aunque había una señora de la limpieza en sus labores, estuve llorando sin poder evitar los sollozos. Llamé al P. Morales y me dijo que fuera inmediatamente a verle. Hizo que le contara todo. Me preguntó qué había sentido. Luego se confidenció conmigo y me dijo que él sintió lo mismo el día dieciséis de marzo y así estuvo hasta la fiesta de la Encarnación, comprendiendo, al preparar los puntos de oración para ese día, que se parecía más al Verbo que vino a los suyos y los suyos no le recibieron. Abelardo y el P. Morales se van entendiendo mejor, a medida que se van pareciendo más al Verbo.
4. Nombrando jefe a Abe
29 de junio de 1960. Tras la salida, deben elegir quién ha de ser el nuevo director general. Así lo consigna telegráficamente Abelardo en su dietario: Vamos al Cerro andando.- Entrevista con Carmelitas del Cerro.- Pacomia en el Retiro.- Hay que elegir al jefe.- Se hace la elección y se la llevo al Padre. Y en la entrada del día siguiente escribirá: El P. Morales se va de Madrid para pasar fuera el verano.- Antes y en presencia de xxx y yo decide el resultado de la elección nombrando jefe a Abe.
Abelardo retoma el gobierno de los Cruzados, que ejercerá ya de forma ininterrumpida hasta 1997, aceptando en múltiples reelecciones. Así ocurre en 1966: el día 13 de febrero escribe Abelardo en su dietario: Por la tarde el P. Morales da puntos en la Capilla para todos (…) Luego se queda a solas con los Cruzados y comunica que con fecha de las Apariciones de la Virgen en Lourdes ha sido nombrado Abe como jefe.
En 1970 Abelardo plantea liberarse del gobierno para dedicarse plenamente a un gran plan apostólico a punto de iniciarse: la Campaña de Institutos. Consigna en la entrada del 3 de enero del dietario: Reunión con toda la Cruzada en la que se propone la sustitución de Abe para dedicarse a organización ejercicios en Madrid. Quedan en entregar contestación al P. Morales hasta el día de Reyes. Sabemos el resultado: Abelardo se entregará a fondo a la Campaña, pero sin desligarse del gobierno del instituto.
Los años 70 y 80 serán momentos de plenitud para Abelardo. Dando un gran salto llegamos a 1988.
5. Aprobados como instituto secular
11 de febrero de 1988. Los Cruzados de Santa María son aprobados como instituto secular de Derecho Diocesano. Como consecuencia se celebra la I Junta Mayor de los Cruzados. Abelardo escribirá en una carta: Tuvimos elecciones para elegir al mayor general puesto que había que renovar nuestros compromisos al pasar a instituto secular (…) El resultado ha sido mi reelección por unanimidad, con lo que sigo nuevamente como Responsable de todo esto. El Señor y la Virgen bendita sean alabados por todo (4).
Con la aprobación, los Cruzados se integrarán en la Conferencia Mundial de Institutos Seculares, y Abelardo, como director general, asistirá a varios de sus Congresos Mundiales. Escribirá así en una carta en 1992: Estoy preparando las cosas antes de irme a Roma donde tengo el Congreso Mundial de Institutos Seculares (…) Pidan mucho por el Congreso de Roma y por mí, pues tengo que preparar los ejercicios de los cruzados y no tengo tiempo (5).
En 1994 se celebra la II Junta Mayor de los Cruzados. Con esta ocasión se entrevista con el Arzobispo de Madrid, el cardenal Ángel Suquía y le consulta si ha de pedir a la Junta que no lo reelijan. D. Ángel le recomendó que dejara hablar al Espíritu. Y Abelardo saldrá reelegido (6). Será ya la última vez…
6. El momento del relevo
5 de enero de 1997. Abelardo solicita la dimisión como director general por motivos de salud. Los fallos de memoria le juegan malas pasadas desde hace tiempo. Y su dimisión será aceptada. También en su paso a un segundo plano —como lo fue en su modo de gobierno— será modélico.
Dos meses más tarde escribirá: Vivo con mucha paz, pues estoy desentendido de todas las responsabilidades y cargos de gobierno. Sigan encomendándome, pues en esta recta final, hay que alcanzar la santidad, no con actos heroicos, sino con la pequeñez de la monotonía, el momento presente y saber ESTAR en un HÁGASE incesante (7). La «recta final» será muy larga: ¡veintidós años!
Abelardo, que estuvo casi toda su vida dirigiendo, sabrá obedecer ejemplarmente. Escribe así en una carta al finalizar la III Junta Mayor, en el 2000: En relación con el nuevo mayor general, Fernando Martín, se trata de uno de los que fue hijo espiritual mío en sus comienzos. Es una gran persona y ha sido elegido en la Junta General de todos los cruzados. Puede comprender que yo tendré que tener con él mucha prudencia, pues lógicamente tengo el peligro de saber que no me negaría nada de cuanto le pidiera. Pero como gracias a Dios tampoco necesito nada, espero no ponerle en esa situación (8).
Y un año después redactará: La Cruzada sigue adelante. Tengo que tener mucho cuidado pues los mayores que gobiernan han sido hijos espirituales nacidos al calor de mi gobierno en tiempos de nuestro queridísimo P. Morales. Me tienen muchísimo cariño. Afortunadamente estoy muy bien (9).
Abelardo se va ocultando, en disponibilidad, pero abandonado a la voluntad de Dios. En enero de 1998 le recomiendan escribir un diario de sus actividades para que ejercite su memoria. En él consignará el 27 de mayo: El fin de semana di un retirillo (…), y creo que resultó muy bien, según los comentarios finales. Yo también quedé contento. A veces tengo la impresión de que ya no valgo para nada. Estos actos de dar retiros o charlas me animan, pues veo que todavía sirvo para algo, pero nada pido y nada rechazo, es mi lema. Quedo disponible para cuando Dios quiera servirse en otra oportunidad.
Nos toca cortar el último hilo que teje el tapiz, y solo nos queda dar gracias.
Gracias, Abelardo —como señalaba la conclusión con la que iniciábamos el artículo— por tu aportación única y específica como director general del instituto, encarnando un estilo de vida consagrada laical, que interpreta y transmite autorizadamente el sentir del fundador. En el gobierno, tú fuiste siempre por delante, entregándote sin reservas, conociendo y amando a cada uno de tus cruzados. Y cuando te llegó el momento del relevo, supiste subir bajando, quedándote con las manos vacías.
Quiero terminar, en nombre de toda la Cruzada, fundiéndonos en acción de gracias al Señor por tu vida, cantando contigo:
¡Oh, mi Señor!
Gracias eternas;
Tú me has dado la vida.
Gracias por todo aquello
que has hecho por mí…
Notas
1 Javier del Hoyo. Profeta de nuestro tiempo, 2ª Ed. Ediciones Encuentro, 2009, p. 337.
2 Carta a la Hna. Anunciación, 5.5.1998.
3 Id., 2.2.1990.
4 Id., 12.4.1998.
5 Id., 21.7.1992.
6 Ver artículo de Javier del Hoyo en este número, p. 6.
7 Id., 19.3.1997.
8 Id., 13.6.2000.
9 Id., 14.2.2001.