Queremos recordar este aniversario para dar gracias a Dios por todas las gracias derramadas sobre nosotros y sobre tantos jóvenes que han pasado y se ha formado en ella.
En el conjunto de la historia secular de la Iglesia y de sus instituciones celebrar 50 años puede aparecer irrelevante. Sin embargo, en la historia personal de las almas, que es la que cuenta para Dios, sí que ha supuesto un hito importante para muchos de nosotros.
La Milicia de Santa María es un Movimiento apostólico que nació al amparo del Instituto Secular Cruzados de Santa María. Nació en 1961, en un momento muy difícil para la obra apostólica del P. Morales.
El P. Morales había sido separado del Hogar del Empleado, la gran obra apostólica que había creado en Madrid en los años cincuenta. Para salvar la vocación consagrada secular que había surgido en el seno de esta obra, un grupo de hombres tuvo que salir del Hogar del Empleado e iniciar una nueva andadura sin el apoyo y la cobertura de la obra apostólica.
Pero esta dificultad fue providencial para un nuevo inicio, y Dios bendijo este sufrimiento con nuevas vocaciones y con el nacimiento de la Milicia de Santa María.
El 11 de febrero de 1961, festividad de nuestra Señora de Lourdes, se tuvo el primer círculo de estudios con un reducidísimo grupo de jóvenes. Ese día es el que conmemoramos como el nacimiento de la Milicia de Santa María, que empezará desde ese momento a ser fermento de espíritu evangélico entre los jóvenes.
En estas líneas tendría que hablar mucho de sus principales fundadores, el padre Tomás Morales y Abelardo, de lo que han supuesto para lo que fue y lo que es la Milicia de Santa María. Pero creo que ellos cederán gustosos este espacio para hablar de la que es la verdadera inspiradora, que no es otra que la Virgen María.
Toda la historia de la Milicia está impregnada de la maternal solicitud de la Virgen. La historia institucional y la historia personal de cada uno de los militantes es la historia de la devoción hacia la Virgen y de la fidelidad de ella con cada uno de nosotros. La Milicia no es nada sin su presencia e intercesión.
Y la Virgen ha querido que la Milicia permanezca siempre como una pequeña obra apostólica. Abelardo nos dijo en muchas ocasiones que la Milicia era como Juan Bautista. Su misión era preparar el camino al Señor. Pero convenía desaparecer y permanecer pequeños, como la Virgen, para que el Señor creciera en las almas.
Cuando el próximo mes de agosto venga a visitarnos Benedicto XVI, la Milicia podrá aglutinar quizá un centenar de voluntarios para estar junto al papa y los otros jóvenes. Pero en medio de esos jóvenes estarán otros muchos, ya no tan jóvenes, laicos consagrados, sacerdotes, religiosos o padres de familia que se formaron en la Milicia, y que con su vida entregada dan sentido a todo lo que la Milicia ha hecho y quiere seguir haciendo en la formación de los jóvenes.
Muchos han pasado por la Milicia. Otros hemos tomado el relevo, pero con la misma ilusión y deseos de alentar en los jóvenes la santidad y el amor a la Virgen. A todos, a los de antes y los de ahora, hoy me gustaría invitarles a dirigir las únicas palabras que tienen sentido en este momento:
Gracias, Madre.