María se levantó y se puso en camino de prisa…
(Lc 1,39)
…hacia la montaña…
María, levantándose y partiendo sin demora, es la maestra y guía de los jóvenes de la JMJ 2023…, y también de cuantos recorremos los caminos de la vida.
María es la auténtica alpinista del espíritu, la que nos enseña y nos guía a la hora de subir los empinados caminos de la vida. De hecho, el Evangelio nos muestra frecuentemente a María subiendo. Pero el ascender de María es un Movimiento de subir bajando. Contemplémoslo.
En la Anunciación, escucha que concebirá y dará a luz un hijo, Jesús, que «será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin» (Lc 1,31-33). ¡Por lo tanto se le anuncia que iba a ser la madre del rey! Sin embargo, al ser enaltecida, se abaja. Pronuncia: «He aquí la esclava del Señor» (Lc 1,38). Como canta Abelardo: «Y es que es María causa de tu alegría, porque se hizo pequeña la que es madre de Dios, y en abajarse y hacerse pobre esclava, la gran lección te daba de amar la humillación».
En la Visitación, María parte hacia la montaña… Pero sube para abajarse, para servir a su pariente Isabel. Amar es servir. Como escribe el venerable P. Tomás Morales: «El amor no la deja quieta. El amor pone alas en sus pies benditos (…) Los caminos de montaña, cuando los hay, han sido siempre, y más en aquellos tiempos, empinados y pedregosos. Así es el de María, así tiene que ser el nuestro en la vida».
En el Nacimiento, meses después, con José, «subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea» (Lc 2,4). Belén llegará a ser gracias a ella la cumbre en la historia de la humanidad… Pero María advertirá que el Verbo se aniquiló (Flp 2,7), y nacerá «en summa pobreza» (como escribirá san Ignacio).
En la visita al Templo, doce años más tarde, María, con Jesús y José, «subieron a la fiesta» de Pascua, a Jerusalén (Lc 2,42). María sube alegre, pero experimentará la angustia de perder a su hijo y la perplejidad de no entender lo que les decía. Y, aun así, «bajó y fue a Nazaret», siguiendo a Jesús en su abajamiento.
Al llegar «la hora» de su hijo, con Él sube al monte Calvario (Jn 19,25-27) y, aceptando ser nuestra madre, participará de modo singular en la inmolación de Cristo en la Cruz. Como canta Abelardo: «Subir bajando no es un vivir soñando, porque es subir al leño en que Cristo murió. Y esta es la altura en que Jesús figura como primer modelo de amar la humillación».
Y en la asunción, cuando María culmina su camino terrenal, sube a los cielos —es lo que celebramos en la fiesta del 15 de agosto—. Llega a la cima, pero para estar cerca de nosotros. Como señala el papa Benedicto XVI (15.8.2015): «Al estar en Dios y con Dios, María está cerca de cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón, puede escuchar nuestras oraciones, puede ayudarnos con su bondad materna».
En conclusión, María es maestra y guía incomparable en el movimiento del subir bajando. Nos enseña a subir bajando en nuestra vida. Es decir, a amar la humildad, a servir, a buscar la pobreza, a seguir a Jesús aun sin comprender, a acoger la Cruz, y a vivir cerca de los demás.
Santa María de la Montaña, Nuestra Señora de las Nieves, Virgen de Gredos ¡enséñanos a encarnar y a llevar a los demás este Movimiento de subir bajando!