¡He descubierto un tesoro! Los Ejercicios Espirituales en la vida ordinaria – 2018

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He descubierto un tesoro
He descubierto un tesoro

Por Ángel Gómez

Muchas de las personas que reciben esta revista Estar han hecho los Ejercicios Espirituales (EE) ignacianos. Están tan convencidas del bien recibido que se esfuerzan cada año en revivirlos e invitar a otras personas a que se beneficien de esta experiencia. Tú, ya ¿los has hecho? Los EE sólo consiguen el objetivo si se viven, si se personalizan, si se avanza en la reforma de vida. No se va para «escuchar» los EE, para eso hay multitud de conferencias y charlas sobre teología y espiritualidad, psicología y autoestima…, impartidas por auténticos expertos en la materia. Los EE son otra cosa.

Os ofrezco unos apuntes para animar a otras personas a profundizar en esta aportación que ha hecho la Iglesia a lo largo del tiempo en el campo de la evangelización por medio de los EE en función de las diferentes circunstancias históricas.

Ante esta panorámica tan enriquecedora y a la luz de los grandes hitos que la Compañía de Jesús ha aportado a la Iglesia y a toda la humanidad, también los Cruzados de Santa María y el Movimiento de Santa María quiere seguir aportando su granito de arena.

San Ignacio de Loyola. Los Ejercicios Espirituales nacen en Loyola durante su convalecencia por la herida de su pierna, originada en la ciudadela de Pamplona (20 de mayo de 1521), frente al ejército invasor francés. Luego los continúa en Manresa, Barcelona, Alcalá, Salamanca, en París y Roma. La finalidad de los EE se propone en el Principio y Fundamento: El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto, salvar su ánima… solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados (23).

San Ignacio impartió los EE solamente a personas adultas y de forma personal e individual. A través de sus primeros compañeros los impulsó por todos los medios posibles y adaptándose a las circunstancias históricas. El fin que se propone es muy claro: descubrir y hacer la voluntad de Dios.

Tal fue su aceptación, después de las pruebas, por parte de la Iglesia, que algunos pontífices los propusieron como método y renovación para la reforma de vida a los miembros de las órdenes y congregaciones religiosas, dedicando 7 u 8 días en total retiro, silencio y soledad en casas de espiritualidad. Ya en el siglo XX, los EE se extendieron a diferentes grupos de personas, padres y madres de familias, jóvenes empleados y estudiantes.

El venerable P. Tomás Morales S.J.

La Cruzada de Santa María, fundada por el P. Tomás Morales S.J., declarado venerable el 8 de noviembre de 2017, también nació de los Ejercicios Espirituales. Él inició sus primeras tandas de EE, a partir del año 1947 para jóvenes empleados. Así nació el Hogar del Empleado en Madrid. Fue el medio más eficaz para descubrir entre los jóvenes, trabajadores y estudiantes, la llamada a la vida consagrada (sacerdotes, religiosos y laicos consagrados) y a vivir en coherencia el matrimonio cristiano… Así nació la Cruzada de Santa María como un Instituto Secular.

La Cruzada de Santa María nació de los EE y sigue existiendo en sus diferentes ámbitos de apostolado; Milicia de Santa María, Movimiento de Santa María, para los EE.

Abelardo de Armas es el apóstol de los jóvenes a través de los EE

Abelardo, cofundador de los Cruzados de Santa María unido al P. Tomás Morales, le acompañó durante numerosas tandas de EE. A principios de la década de 1970, Abelardo inició esta actividad con los jóvenes. Superan las 200 tandas de EE espirituales que prolongaba atendiendo y acompañamiento de manera personal a dichos jóvenes. Un laico que se fue adaptando a nuevas exigencias de evangelización. Bastantes miembros de los Cruzados de Santa María, sacerdotes y laicos, seguimos los pasos del P. Morales y Abelardo. El proceso de formación lo realizamos en los centros que coordinan los PP. Jesuitas. Centros de Directores de Ejercicios Espirituales. A lo largo de estos años seguimos impartiendo tandas de EE en las diferentes diócesis a personas jóvenes, adultas y a diferentes grupos familiares. Impartimos alrededor de 20 tandas de EE cada año, adaptándonos a las diferentes edades o niveles de formación.

Otras propuestas o modalidades de EE

Seguimos con intensidad y dedicación esta actividad de los EE ignacianos como carisma esencial de apostolado de los Cruzados y Movimiento de Santa María. Ahora también nos toca vivir otros momentos, ni mejores ni peores, pero dando un nuevo impulso, acorde a las directrices del Magisterio de la Iglesia; acompañar, avivar el fuego de la fe, por medio de la amistad, el alma a alma, que puede culminar en la experiencia personal de una tanda de EE.

Ahora se necesita una atención más personal. Vivimos fragmentados y todos nos sentimos más solos. Vivimos invadidos por la New Age, la postmodernidad, el «pensamiento líquido»; nos encontramos con frecuencia como náufragos perdidos en el océano, sin asideros eficaces, ni verdades estables. Todo es relativo…Por esta razón, son más necesarios tiempos prolongados de reflexión en silencio y soledad para encontrarnos con la misericordia de Dios como Padre. Y descubrirle en cada persona. A partir de ahí nuestra vida tiene sentido.

EE en la vida ordinaria. Un verdadero tesoro

Recordamos a san Ignacio, que solo dio tandas de EE de forma individual y personalizada; unida a la flexibilidad que nos ofrece este método ignaciano, potenciamos los EE en la vida diaria. San Pablo se encuentra con el Señor camino de Damasco. Oye una voz que le dice: Entra en la ciudad y, allí se te dirá lo que debes hacer. Sí, no hay que marcharse al desierto siempre o a una casa de espiritualidad. Hay que superar las dificultades que se presenten, entre otras: no disponemos a veces ni de tiempo, ni de dinero. En cambio, sí puedo vivir a lo largo de una buena temporada asimilando el método ignaciano desde mi propia casa, mi relación social, mi profesión…, y seguir viviéndolo a lo largo de toda la vida.

¿Qué son los EE en la vida ordinaria?

Se llaman en la vida ordinaria cuando el proceso se lleva a cabo dentro de la vida normal de relaciones y trabajo. Requiere la dedicación de unos tiempos específicos que pueden adaptarse a la disponibilidad del que los quiere hacer. Se hacen de forma personal y acompañados individualmente, para asegurar el ritmo que más aprovecha al sujeto, adaptándose a su disponibilidad de dedicación y a su propio proceso.

Es un itinerario vivido no en el silencio de un retiro sino en íntima confrontación de nuestra vida diaria. No todas las personas están llamadas a realizar estos EE en la vida diaria en cualquier momento. Se necesita cierta madurez y tiempo. Y cuando se encuentre el momento oportuno lanzarse con plena responsabilidad.

Llevamos también algunos años en el Movimiento de Santa María acompañando a personas siguiendo el método completo de los EE ignacianos en la vida ordinaria, personal e individual.

Os propongo dos testimonios de un padre de familia y de una madre de familia, para descubrir lo que está suponiendo este camino a partir de esta vivencia de los EE en la vida diaria, en su propia vida y en la de su familia.

Primer testimonio

¿Por qué me decidí a hacer los EE en la vida ordinaria?

Mi primera tanda de EE a los 16 años en la Milicia de Santa María, supuso una verdadera conversión. A partir de ese momento los consideré imprescindibles para mi vida. Mientras fui estudiante frecuentaba las tandas para jóvenes de 4-5 días que se ofrecían. Sin embargo, cuando comencé a trabajar el conseguir cuatro días seguidos se empezó a complicar. Cuando me casé y vinieron los niños la disponibilidad real debido a mi profesión era muy reducida. Fue entonces cuando pedí a un cruzado de Santa María que buscáramos la posibilidad de hacer los ejercicios en la vida diaria que ya san Ignacio proponía en su tiempo. Esperé bastante tiempo a vivir nuestra nueva aventura. Para él una experiencia nueva y para mí también. Ya tenía 40 años, y varias tandas de ejercicios clásicos a las espaldas lo que me dio la posibilidad de poder saborear en todo su potencial este sistema de los ejercicios en la vida diaria.

¿Qué ha supuesto en mi vida como crecimiento humano y espiritual?

Los ejercicios en la vida ordinaria fueron un verdadero descubrimiento y un cambio radical en el enfoque de mi vida. Fueron más de dos años lo que tardé en completarlos, son los ejercicios de mes repartidos e integrados en mi vida diaria. La realidad es que el seguir el método día a día va conformando tu vida en torno y en clave ignaciana de ejercicios. La gran ventaja es que puedes dedicar el tiempo que sea necesario a cada meditación, no hay prisa, el ritmo lo vas marcando tú con la presencia y ayuda de la persona que te acompaña. Una vez que has terminado esta experiencia se asimila de tal manera que se hace fácil prolongar el hábito adquirido a partir de ese momento. (A. C. Talavera).

Segundo testimonio

Ejercicios espirituales en la vida ordinaria: orar la vida

No es momento ahora de narrar todo mi proceso de conversión a lo largo de diecisiete años de misericordia. Sólo quiero destacar en esta ocasión el papel determinante que en este proceso han ocupado los EE ignacianos en la vida diaria.

El primer encuentro con ellos lo tuve a través de Abelardo de Armas. Los cruzados de Santa María me fueron facilitando audios de él y poco a poco fui descubriendo, encarnado en un hombre de Dios, el estilo inconfundible de lo que él llama «mística ignaciana».

El segundo encuentro tuvo lugar hace dos años a través de los Ejercicios en la vida diaria que me dirigió otro cruzado. Me decidí a hacerlos porque me parecía un camino que se adaptaba a mi situación de salud, ya muy limitada, a mi realidad familiar y a mi manera de ser.

Quisiera resumir algunas de las consecuencias de este proceso por si ayuda alguien.

En primer lugar, voy tomando conciencia de que soy creatura y del regalo de Dios que es mi vida con todas sus deficiencias.

En segundo, constato la verdad de lo que oí un día a un padre jesuita, que la gran aportación de Ignacio en sus EE es convencernos que Dios quiere tener trato personal con cada uno de nosotros a través de su hijo Jesucristo. Esto ha supuesto para mí ir entrando en relación íntima con el Señor en el día a día contándole mis cosas y dejando que él me cuente. Lo siento a mi lado desde que me levanto hasta que me acuesto; es cierto que no siempre con la misma intensidad. Creo que se trata de una gracia, la del «conocimiento interno» del Señor que tanto pide Ignacio.

Esta relación con el Señor supera el marco individual: somos él y yo, pero para mi marido, mis hijas, mi familia, mis amigos. Voy experimentando que esta vida de amistad con Jesucristo va transformando mis relaciones con ellos. Ahora nuestro amor conyugal y materno-filial respectivamente toma otra dimensión. No siempre las cosas son fáciles, pero el Señor está en nuestras comidas, en nuestras sobremesas…, permanentemente. No se va nunca. Y aunque está en nuestro día a día, hemos comenzado a orar todos juntos, en familia, al anochecer, dejándonos, sobre todo, amar.

Finalmente, compruebo que el discernimiento se ha hecho parte de mi vida. Mis acciones ya no son tan inconscientes como antes. Ahora casi nada se pasa por alto; pides la gracia para vivir la vida, para decidir, para aconsejar: «dame tu amor y tu gracia, que esta me basta». Vives con más intensidad los momentos de consolación, para superar los de desolación.

Os invito a que hagáis de vuestra vida oración y que comencéis esta experiencia. (M. C.)

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